Pérez Zeledón fulminó a un monarca plagado de portillos

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San Isidro de El General. Pérez Zeledón fulminó a un Alajuelense cargado de portillos, lleno de favores antes impensados, a un irreconocible campeón.

El 4-1 en la casa sureña vino acompañado por el baile del mejor Pérez Zeledón de todo el Verano, un equipo inspirado por la obligación del que sí sabe lo que se juega.

Porque lo de la Liga anoche ya no pasa por un partido malo, es más bien el resultado de medirse con un rival que sí supo castigar todas las facilidades de su defensa.

La ausencia de Christopher Meneses no puede explicar la actuación de una zaga manuda tan permisiva, endeble en todas sus piezas e indefensa cuando los de casa metieron el acelerador.

Rigoberto Salas y Juan Diego Monge hicieron lo que quisieron por la banda de Jorge Gatgens: de ahí llegaron los dos goles casi calcados de Luis Stewart Pérez (9’ y 40’).

El momentáneo empate de Allen Guevara difícilmente engañó a una afición que desde que se abrió el marcador vio a un equipo manudo en picada, a pesar de que en el arranque la picardía de Álvaro Sánchez pintó una noche más cómoda para la oncena visitante.

Pero una vez que el equipo de Daniel Casas se acomodó, los hombres de Manuel Keosseian pasaron a ser espectadores de un partido que simplemente no podían darse el lujo de perder.

Barrida. Keosseian varió poco su formación respecto al agónico triunfo ante San Carlos, pero sí tocó un par de fibras sensibles.

La salida de Cristian Oviedo y Luis Miguel Valle de la titular le abrieron paso a Juan Gabriel Guzmán y Jorge Davis, dos cambios que al final pesaron en la golpiza que el sublíder les dio.

Aun con Oviedo en la cancha o el ingreso de Kenneth García, los erizos no le pudieron cambiar la cara a la visita.

El regreso de Jerry Palacios a la estelar tampoco tuvo el peso esperado, y el hondureño se sumó a la declive colectiva de un conjunto sin ideas ni corazón.

Más bien, el “ole” de la gradería anticipó los goles de Camilo Aguirre (63’) y Luciano Bostal (83’), los dardos más dolorosos para el moribundo león manudo.

Al final, el pitazo de Hugo Cruz fue quizás el único amigo que tuvo el campeón en el sur, porque a Pérez no solo le quedaba inspiración, sino también los cambios frescos de tres hombres que ingresaron en el último cuarto.

Así, con ese panorama de frustración es que Alajuelense alistará el clásico, otro juego transcendental en que ya no solo puede pensar en el orgullo como aliciente, porque después de los resultados de anoche lo de la Liga tiene que ser la incesante lucha por no quedarse fuera de una fiesta que el año pasado fue suya.