Paté, su círculo de amigos y el futuro

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Si dirige como jugó, a Paté Centeno podría esperarlo la inmortalidad, pero eso no pasará de la suposición hasta que adoquine de títulos su nueva carrera en el banquillo.

Su única experiencia como timonel no alienta pronósticos a largo plazo: fue apartado del proyecto que él mismo inició en Puntarenas, al lado de Alonso Solís.

Ahora desembocó en Grecia, con su verbo transgresor, la intención de jugar bien siempre y cinco escuderos: Fernando Paniagua (gerente), Andrés Núñez, Luis Diego Cordero y Allan Alemán y Alejandro Alpízar.

El Matador dio un paso al costado esta semana y pasó a Carmelita, en lo que ilustra la volatilidad de los vínculos en la Liga de Ascenso, pero eso no distrajo a Walter del objetivo, sobre todo tras golear 5-1 a Aserrí en el estreno.

Filosóficamente está definido. Quiere mandar en los partidos a punta de posesión de pelota, llegada masiva al arco rival y anotar tantos goles como sea posible.

A sus futbolistas les quedó claro cuando, tras cargar de dianas a Aserrí, declaró: “(…)  Si el partido está para meter diez, hay que meter diez, con el respeto del rival”.

Eso supone un orden táctico a través de un excelente manejo de pelota, como se distinguió él con la 8 de la S, en donde logró nueve títulos, o en la Sele , que busca desde su alejamiento un dueño para su marca de 137 partidos con la roja.

En espacios de panelistas, cuando la prensa lo busca o simplemente en charlas con gente del medio, Paté ha lanzado algunos dardos a colegas que dirigen en Primera. En concreto, no le gusta lo que ve en los principales equipos, se queja de que los entrenadores siempre dicen lo mismo, y siente que hay poca audacia, riesgo e imaginación.

Habrá que verlo cuando se estrene en la máxima categoría, en especial si no llega a un grande de entrada y le toca hacer armas con equipos de media tabla para abajo.

A Walter lo conocí en Saprissa, en el 2004, en aquel equipo de Medford que lo ganó todo. Descubrí que intencionalmente se ocultaba tras una falsa imagen de tipo tosco, para protegerse del medio, porque en realidad era solidario e incondicional con los suyos.

Practicaba tiros libres, en maratónicas sesiones de disparos que encendían el festejo en la grada los días de partido. Su afán por la perfección es bien conocido. Quizá estamos frente a un hombre que cambiará la historia. Démosle tiempo.