Paramédico batalló durante 40 minutos para salvarle la vida a Gabriel Badilla

Álvaro García, con más de 36 años de formar parte de la Cruz Roja, narró la lucha que mantuvo para intentar reanimar al excapitán morado. Hasta 15 minutos después de su muerte, supo quién era el paciente

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La del sábado fue una noche tranquila. El paramédico Álvaro García limpiaba su módulo en las instalaciones de la Cruz Roja Costarricense de Santa Ana, listo para entregar su turno.

Todo parecía normal y estaba deseoso de marcharse a casa, cuando cerca de las 7 a. m. ingresó una alerta del 911 sobre un corredor con problemas cardíacos en la carrera Lindora Run.

García no se imaginó que aquella llamada de emergencia se convertiría en una lucha contra el tiempo para salvarle la vida al exjugador Gabriel Badilla, por quien luchó 40 minutos. Al final no pudo ganar pese al esfuerzo y persistencia.

"El despachador nos indicó que había un paciente en la carrera que presentaba un paro cardiorespiratorio. Ante esa situación se movilizaron dos ambulancias, una de las cuales tenía una unidad de soporte avanzado y la otra como apoyo por cualquier eventualidad", recordó García.

La distancia entre el Comité de la Cruz Roja en Santa Ana y el lugar del incidente era menos de unos 800 metros. Las ambulancias avanzaron y duraron cuatro minutos hasta el lugar de la emergencia, abriéndose paso entre los corredores.

Una pequeña fila de vehículos de unos 25 metros fue el único obstáculo que tuvieron que sortear, aunque no hubo mayor inconveniente porque los conductores cedieron el paso.

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"Cuando llegamos a la escena había una persona adulta en el suelo, inconsciente y presentaba un estado de cianosis, es decir, estaba azulado debido a la falta de oxígeno. De acuerdo a lo que analizamos, tenía rato de no respirar, mostraba problemas de oxigenación y un policía de Tránsito le aplicaba una maniobra para que no se le obstruyera el paso de aire, la cual consiste en elevar la cabeza y permitir que el aire circule, la cual me pareció que ejecutaba de buena forma", recordó el paramédico.

"Sin embargo, ante la coloración de su cuerpo lo que se debía hacer era aplicar el RCP. De primera entrada le tomé el pulso y al no tenerlo, inmediatamente pedí que se iniciarán compresiones toráxicas para oxigenar el cerebro y evitar algún daño cerebral".

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Álvaro, quien desde los 15 años es voluntario en la benemérita, se devolvió rápidamente a la ambulancia para traer todo el equipo médico y empezar con el procedimiento para intentar que Badilla tuviera una reacción.

"Lo primero fue entubarlo y lo sondeamos con el monitor cardíaco para ver si tenía ritmo desfibrilable. Es decir, se busca que la persona tenga alguna actividad eléctrica desordenada en su corazón, para utilizar el desfibrilador y así pueda reaccionar al procedimiento", explicó García.

"Al no encontrar un ritmo desfibrilable empiezo a trabajar y a una muchacha, que se ofreció a colaborarme, le pido que le aplique 30 compresiones toráxicas continuas y dos ventilaciones con un resucitador manual, que es una bolsa con una mascarilla que le permite inyectar oxígeno al paciente".

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Sangre en los pulmones. El paramérdico explicó que la intubación endotraqueal se realizó con el fin que ese oxígeno llegara directamente a los pulmones y que no se fuera al estómago u otros órganos del cuerpo. En ese procedimiento duraron entre tres y cuatro minutos. Además, aplicaron medicamento vía intravenoso con el fin de tratar de revivirlo porque el tiempo corría.

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"Durante las maniobras de resucitación consultamos cuál había sido la condición de paciente y versiones de las personas que estaban presenten en el lugar y de otros corredores coincidieron en que corría en forma tambaleante, en zig zag antes de caer, por lo que presumimos que no falleció de una muerte súbita fulminante", añadió García.

"Después de aplicarle la intubación descubrimos que tenía muchas secreciones y expulsaba sangre, por lo que posiblemente presentó una cardiopatía congestiva, lo que significa que su corazón trabajó de forma insuficiente, porque empieza a retener sangre, la cual se va a los pulmones y estos prácticamente se encharcan o se llenan de sangre".

El especialista contó que todas las acciones que se le realizaron son las mismas que se ejecutan en una sala de shock de un hospital, es el protocolo que debe hacerse, porque está comprobado que si se traslada al paciente a un centro médico, las oportunidades de revivirlo disminuyen.

García insistió en que se luchó por salvarle la vida durante 40 minutos, se le aplicaron las maniobras de resucitación normales en cualquier persona, pero que el problema fue que transcurrió mucho tiempo desde que el paciente se desmayó al momento en fue atendido.

"Por las condiciones en que estaba (Badilla), me parece que habían pasado entre 12 o 15 minutos cuando nosotros llegamos. No puedo decir qué pasó en ese lapso, pues nosotros atendimos la llamada en solo cuatro minutos, por experiencia me parece que si a él se le hubiese aplicado el desfibrilador cuando tenía un ritmo desfibrilable habría tenido mayores opciones", añadió el miembro de la Cruz Roja, de 51 años.

"Tenía esperanzas de que él reaccionara con las maniobras de resucitación y mostrara alguna actividad eléctrica en el monitor cardíaco. A mí me tocó vivir en dos ocasiones casos similares, en un accidente acuático en Guanacaste y otro incidente en San José, trabajé durante 40 minutos y respondieron. Ambos se salvaron y por esa razón mantenía la esperanza", confesó García.

El tiempo transcurrió sin dar tregua y a pesar de su esfuerzo, esta vez Álvaro García no pudo ganarle la batalla al destino. Después de 40 minutos supo que ya no había nada más que hacer.

"Él había mejorado su color, ya su piel no estaba de color azul y las facciones del rostro se podían detallar con más facilidad, pero finalmente no presentó actividad en su corazón".

García confesó que dio unos 15 minutos y empezó a buscar los datos de las personas.

"Pregunté si alguien sabía su nombre. Me dijeron que se llamaba Gabriel Badilla Segura y entonces un compañero me dijo: 'Era el jugador del Saprissa'; hasta entonces supe quién era", comentó García.

"Yo solo lo conocía de vista, no soy muy futbolero. En ese momento junto a los médicos y paramédicos, así como otras personas que nos colaboraron, solo pensaba en salvar una vida, a un ser humano, a un padre de familia. Esa era mi meta".