Opinión: Que no panda el cúnico con la 'Sele'

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No es lo mismo ‘que no cunda el pánico’ a que no ‘panda el cúnico’.

El ‘cúnico’, después de ver al Chapulín Colorado una y otra vez, siempre termina siendo un sinsentido, una alarma absurda, un miedo exagerado, una torpeza precipitada, capaz de llevarnos de bruces contra la pared de esteorofón.

El ‘cúnico’, entonces, es más peligroso que el ‘pánico’.

El ‘cúnico’ aprovecha la ilusión desinflada, el desencanto, la sensación de engaño ante el imaginado triunfo en México.

El ‘cúnico’ se alimenta de emociones, más que de buenas razones. No en vano “su escudo es un corazón”.

Si resultaba exagerada la ilusión de una victoria, más podría serlo el derrotismo por el adverso 2 a 0 en el Coloso de Santa Úrsula. ¿No es acaso una de esas citas con derrota presupuestada por la mayoría de equipos visitantes, si bien habían razones para creer posible otra victoria?

Era –y sigue siendo– la Sele del 2014, la inmisericorde en la jornada anterior ante a Estados Unidos, la de jugadores a prueba de pánico después enfrentar una y otra vez a Messi, Cristiano y Neymar, la dirigida por Ramírez, gestor del único Aztecazo tico a nivel de clubes.

Habían virtudes, como las mostradas en un primer tiempo de tú a tú, agradable, bien jugado por ambos, con oportunidades en los dos marcos.

Habían debilidades, no muchas, pero suficientes ante un equipo como México: la fisura en la defensa por donde se coló el pase en el primer gol; el impredecible momento de Keylor Navas, capaz del paradón más espectacular del mundo como del irremediable fallo ante un remate que en un buen día detendría con los ojos cerrados –al estilo del segundo gol–.

El ‘cúnico’, tan dañino como el optimismo exagerado, llena de desilusión una eliminatoria en la que Costa Rica aún tiene mejor panorama que la mayoría: Estados Unidos, Honduras y Trinidad y Tobago ya sufrieron dos derrotas en tres fechas.

Viene la visita a San Pedro Sula, donde un empate vale oro y una derrota no es el fin del mundo.

¡Que no panda el cúnico!