Opinión: ¿Por qué soy liguista?

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Escribo estas líneas para celebrar el centenario de mi querido equipo Liga Deportiva Alajuelense. Lo hago porque mi afecto actual y de siempre lo heredé de mi padre, Antonio Picado Guerrero, hoy Benemérito de la Patria. Papá nació en Orotina, en una humilde casa con piso de tierra, el sétimo de nueve hermanos. Contra todos los pronósticos, no quiso ser agricultor y se empeñó en ir a la escuela. En sexto grado, al obtener el primer promedio, ganó una de las cuatro becas que otorgaba la Municipalidad de Alajuela a destacados alumnos de sus cantones.

Aún cuando no viví en Alajuela, las permanentes historias que contaba mi padre del Instituto, del Parque de los Mangos, de las travesuras de sus compañeros y los característicos apodos, me hicieron sentir parte de la ciudad y, en especial, de su equipo.

Pienso en los domingos como una especie de oasis, en donde siempre había sol y de la mano de papá, salíamos a ver fútbol, en ocasiones a canchas abiertas, pero luego al estadio, lo que resultaba una experiencia única. Ya de muchacha recuerdo la algarabía, el bullicio, la alegría y por qué no, los piropos, dichos con malicia, pero no vulgares.

¿Qué se hizo esa Costa Rica llena de simplicidad segura donde las mujeres nos sentíamos orgullosas de ir al estadio, de apoyar a nuestro equipo y celebrar a gritos sus victorias, que en el caso de la Liga fueron muchas y muy valiosas? En el año 2000, tuve el honor de que se me dedicara la final contra Heredia y guardo como un tesoro la camiseta que me regalaron con la firma se todos los jugadores.

Hoy, en el centenario, reitero mi orgullo de ser manuda y felicito a este equipo que tantas alegrías nos ha brindado. Felicito en especial a Fernando Ocampo, un presidente digno de dirigir en este momento histórico a la Liga Deportiva Alajuelense.

Vestir la camiseta roja y negra, abrazar al León y vibrar de emoción cuando nuestro equipo salta al campo, solo lo sabemos quienes queremos a la LIGA con el amor que se merece.