Opinión: ¿No es que son profesionales?

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El jugador A corta en el área un ataque del equipo rival, se da el lujo de hacerle el sombrerito al delantero estrella y luego el túnel al mediocampista más creativo. En las graderías, todos aplauden aquel par de genialidades; A, inspirado y motivado por la explosión de júbilo avanza unos metros con el balón y cuando se decide a pasarlo se lo entrega a un jugador contrario. Silbidos y abucheos de los aficionados.

Tiro de esquina. Lo ejecuta B, quien pretende colocar el balón justo sobre las cabezas de C, D o F, cabeceadores altamente efectivos. Gran parte del público se pone de pie, algunos a la espera del gol, otros de salir bien librados de esa jugada. Suena el pito del árbitro, B patea la bola tan mal que esta sale del terreno de juego y cae detrás del marco. Me abstengo de repetir las palabras de algunos fanáticos.

El veloz G corre a toda prisa por la banda izquierda. Parece una gacela huyendo de un jaguar. Dribla a un defensa, a otro, incluso a un tercero, ingresa en el área grande donde tres compañeros aguardan la redonda, pero centra tan fuerte que el esférico se eleva y sale por la banda derecha. El director técnico se enoja, patea la gramilla, maldice, lanza la gorra al suelo.

Tiro libre peligroso. A escasos tres metros del área grande. Ubicación de película para un zurdo. H, ¿quién más podría ser? El portero coloca la barrera, le pide a I y a J que se ubiquen un paso a la derecha. Tensión en el ambiente. Como siempre, se pierden, desperdician los minutos mientras se prepara todo para el cobro de la falta. Llega el momento de la verdad: H recorre los cuatro metros que lo separan de la Luna marca Nike, dispara y manda el satélite sintético fuera del estadio. De héroe a villano.

Contragolpe que luce letal. La número cinco en pies de K (no el protagonista de El castillo del escritor checo de origen judío Franz Kafka), quien desde el área chica la hace llegar con exquisita precisión hasta los pies de L, jugador que se la sirve de inmediato al desmarcado Ll (en el fútbol no juegan las reglas de la Real Academia de la Lengua Española; por cierto, Ch se encuentra en la banca) que levanta la cabeza, pero le entrega la bola al defensa central.

Los madrazos no se hacen esperar.

Y uno se pregunta: ¿Por qué tanta imprecisión al pasar el balón? ¿Por qué no aseguran la posesión de la bola? ¿Por qué la regalan una y otra vez? ¿No es que son profesionales? ¿No es que entrenan todos los días? ¿Cómo es que no dominan el ABC del fútbol?