Opinión: En Monopoly no es posible la componenda de Herediano y Saprissa

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En Monopoly, apto para niños, a prueba de trampas, en el kínder de los juegos de mesa, no sería posible el acuerdo entre Saprissa y Herediano.

En Monopoly se pagan las ‘infracciones’. Caer en casilla ajena, se paga con dinero o propiedades, pero se paga. No existe el ‘perdóneme esta y yo me hago el tonto en la siguiente vuelta’. Algunas tarjetas eximen o multan, pero no existen las componendas entre los jugadores.

Aunque sus reglas son básicas, apenas por encima de juegos como gato o tablero, las del Monopoly hoy me parecen más detalladas y rigurosas que el Artículo 107 del reglamento disciplinario.

Después de los golpes entre jugadores morados y rojiamarillos, de los madrazos y puñetazos in fragantis, mostrados por una televisora o la otra; después de las amenazas a ida y vuelta entre Tibás y Herediano; después de sendas solicitudes de investigación, el único culpable de todo resultó ser el reglamento.

Bastó un apretón de manos, un aquí no ha pasado nada. Si así fueran siempre, si todo el tiempo el fútbol se jugara en la cancha, si ningún club anduviera buscando portillos legales al límite de lo moral, quizás hasta aplaudiría.

La tregua, en cambio, se da justo cuando asomaban las sanciones, ante claras evidencias, contra uno y el otro.

Convenientemente, alguien encontró ese raquítico artículo 107 que permite “terminar con un proceso si las partes llegan a acuerdo”.

El Artículo 108 también tiene su culpa, pues estipula necesario que haya denuncia, cuando se trata de faltas no observadas por el árbitro o el comisario.

Los dirigentes de nuestro fútbol dirán si quieren seguir con esos jueguitos, que permiten a los jugadores darse de trompadas en la cara del Comité Disciplinario. Tan solo deben evitar que los vea el árbitro y contar con un posterior apretón de manos entre sus clubes.

Monopoly es más riguroso.