Opinión: ¿A quién le importa el fútbol nacional?

La salud es lo primero, por supuesto; pero aquí podrá leer una noción de realidad y sacar conclusiones

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Algunas personas se mostraron indignadas el lunes, cuando Canal 7 envió una consulta sobre el fútbol nacional para que la respondiera el ministro de Salud, Daniel Salas.

“Hemos indicado que las recomendaciones se mantienen en la medida de que las personas o grupos puedan también aplicar todas las medidas con rigurosidad, principalmente las más esenciales. Hay actividades que se han ido suspendiendo porque las consideramos no tan esenciales y con otras entraremos en una valoración con los grupos específicos para dar recomendaciones actualizadas al momento epidemiológico”, expresó el titular de Salud.

Y agregó: “En su momento se les dio a los dirigentes del fútbol unas recomendaciones . Ya después de Semana Santa podremos sentarnos a valorar cómo está el panorama epidemiológico y eventualmente dar alguna recomendación, igual en estos casos han sido eso, solo recomendaciones”.

En lo personal y como periodista, no veo nada malo en esa pregunta que no solo resultaba interesante para los futbolistas, que son trabajadores, como usted, o como yo.

También es información importante para los entrenadores, dirigentes, árbitros y miles de seguidores de este deporte que a diario exteriorizan en redes sociales lo mucho que extrañan ir al estadio, sentarse frente al televisor a observar un partido con el corazón en la mano, escucharlo por la radio, o devorarse una crónica del diario.

De inmediato se dispararon las opiniones. Como siempre, unos a favor y otros en contra.

Leí un tuit de una muchacha: “¿A quién le importa el fútbol nacional? A nadie, estamos en una emergencia”.

Precisamente porque estamos en una emergencia provocada por el covid-19, creo que el fútbol nacional le interesa a más personas de las que muchos imaginan.

La salud es lo primero, por supuesto; pero si el fútbol no es de su agrado, probablemente usted pensará que se limita al pitazo inicial, lo que sucede durante 90 minutos y pare de contar. La realidad es que el partido se juega desde antes, fuera de la cancha y que continúa después, involucrando a muchas personas que dependen de él.

El fútbol es toda una industria que va más allá de fichajes, taquillas, triunfos, empates o derrotas y problemas con los patrocinadores que hoy no tienen exposición de marca y que también vieron interrumpida su operación normal.

Hoy se ven disminuidos los ingresos de quienes se ganan la vida en un estadio vendiendo hamburguesas, gaseosas, palomitas, pastelillos, tacos, empanadas, mangos, chifrijo, perros calientes, maní, carnitas, cantonés, vigorón, pizza, dedos de pollo, salchipapas, gallos de carne, choripanes y el infaltable patí, por citar parte del menú que uno encuentra en la casa de Alajuelense, Saprissa, Herediano, Limón, Pérez Zeledón, Cartaginés, San Carlos, La U, Jicaral, Grecia, Santos y Guadalupe.

Con ellos van ligados a quienes les hacían los encargos masivos de alimentos para vender todos esos productos, como carniceros, pulperos, verduleros o el chino de la esquina.

Inclusive, esto juega a la inversa, porque también hay menos ganancias para quienes antes se iban a hacer compras para ver partidos en grupos de amigos, preparando carne asada, un ceviche, o algo para picar.

A la lista de personas relacionadas al fútbol y golpeadas por los efectos del nuevo coronavirus se unen quienes recibían una paga por trabajar en boleterías, cuidando carros, parqueos, comerciantes de banderas, sombreros, gorros, llaveros, fotos y chucherías alusivas a los equipos en las afueras del estadio.

Transportistas que hacen servicios especiales para quienes van al estadio, proveedores y personal administrativo de los clubes.

Periodistas, fotógrafos, camarógrafos, técnicos, asistentes y conductores de medios de comunicación que han visto la reducción de su salario, se les suspendió el contrato o se quedaron sin empleo, porque hay programas que inclusive salieron del aire.

Personas que trabajan en servicios de limpieza y seguridad privada, diseñadores que por día debían entregar al menos tres artes, publicistas, mercadólogos, guardas, secretarias, gerentes y personal de mantenimiento.

Animadores, encargados de sonido, personal creativo para desarrollar dinámicas de entretenimiento previo al juego y al medio tiempo, trabajadores de empresas de primeros auxilios y ayudantes para que cada quien encuentre su asiento en la grada.

También afecta al sector hotelero y quienes trabajan ahí: recepcionistas, botones, camareras, chefs, porque cuando un equipo hace una concentración o tiene que desplazarse a una zona lejana, necesita hospedaje.

El fútbol no solo queda encasillado en deportes, ocio o entretenimiento. Es una industria muy poderosa, de la que dependen miles de familias y eso demuestra que no es real que el fútbol nacional hoy no le importa a nadie.

Por eso la pregunta fue muy válida, como todas, porque hay una infinidad de personas preocupadas sobre qué va a pasar y cómo harán para llevar el sustento a sus casas.

Sería como pensar hoy en que no es tiempo de vanidad, pero hay que pensar en las manicuristas que hoy tienen cero ingresos, o en quienes trabajan en una tienda de ropa, o de zapatos. No es tiempo para pasear, pero quienes laboran en turismo deben subsistir, eso, por citar algunos pocos ejemplos, porque el covid-19 nos afecta a todos.

El fútbol es más que patear un balón, mucho más. Y ante esta crisis, la empatía no puede faltar. Todos tenemos que ser más solidarios.