¡Muchas gracias, don Carlos!

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Por su señorío, elegancia, caballerosidad, educación, prudencia, moderación, decoro, clase, dominio, dignidad, nobleza, lealtad, distinción, grandeza, fineza, garbo, afabilidad, cultura, respeto, gentileza, disposición, categoría, rectitud, honestidad, ética, gallardía, brío, prestancia, hidalguía, humanidad, bondad, generosidad, magnanimidad, esfuerzo, sacrificio, trabajo, compromiso, responsabilidad, madurez, enseñanzas, humildad, autenticidad, valentía, serenidad, benevolencia, cordialidad, pasión, vocación, ejemplo, sensibilidad, paciencia, sabiduría, tolerancia, firmeza, autoridad, liderazgo, visión, estrategia.

Además, por haber sostenido firme el timón en tiempos de tormentas, permanecido siempre al pie del cañón, no pasársela buscando chivos expiatorios, no contestar con berrinches ni malacrianzas, enfrentar los retos con los recursos que tenía a mano, mostrar compasión y consideración por los rivales cuando los derrotaba, sus sueños de Don Quijote y su realismo de Sancho Panza, ser un modelo para las nuevas generaciones, optar por los valores deportivos antes que por los cálculos mezquinos, no manchar el fútbol con ofensas, vulgaridades y pachucadas, su disposición a caminar siempre varias millas extra, los títulos que nos heredó, enseñarnos que el espíritu deportivo vale más –mucho más- que el dinero y la ostentación, dedicar días, meses y años a la formación de nuevos talentos.

Muchísimas gracias, DON (así con mayúsculas porque usted es un señor) Carlos Watson por las alegrías y las tristezas, los triunfos y fracasos, las veces que salimos del estadio afónicos de celebrar goles y corear oles o mudos y cabizbajos por los marcadores adversos, los riesgos que asumió, los cambios a los que apostó, los jóvenes en los que creyó y potenció, su amor al fútbol, las bases que asentó, el equipo que construyó, los vicios que eliminó, la casa que ordenó, por estar presente aún en días de luto y dolor, y por un legado que deja una huella profunda.

Lo confieso: pocas veces me ha dolido tanto la partida de un Director Técnico como ahora. A usted lo podrán sustituir, pero jamás reemplazar porque un ser humano y profesional de su estatura es irremplazable.

¡Muchas gracias, don Carlos, por heredarnos un mundo futbolístico mejor que el que usted encontró hace muchos años!