Más allá de  un “tetra”

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Mi paso como entrenador de Saprissa es uno de los momentos que con más cariño recuerdo de mi carrera.

Estuvo lleno de grandes satisfacciones y algunas tristezas; victorias memorables y también derrotas dolorosas.

Pero, sin duda, el logro más importante fue el tetracampeonato.

El primer título fue tras un torneo largo en el que ganamos el Apertura 2006 y el Clausura 2007. Ambas finales contra la Liga. Sí, mi primera final fue un clásico.

Esa vez estaba más emocionado que nervioso, aunque era apenas mi quinto juego como técnico. Ganamos 2 a 0 de local y de visita.

Para el Clausura todavía aparecían los escépticos que pensaban que lo de antes fue un golpe de suerte, ¡de esos de principiante!

Los entendía. Es más, hasta puede que haya pensado igual. Aún así, mi norte siempre fue el trabajo. Como digo siempre a mis jugadores: “soy lo que entreno”.

En la final, esta vez cerrábamos de local, en un partido memorable.

Después de empatar de visita, teníamos todo a favor. Pero a los diez minutos expulsan a Alonso Solís y a los 12', ¡nos anota la Liga!

Terminamos solo con Jervis Drummond y Gabriel Badilla en defensa y a siete minutos del final dimos vuelta al marcador (3 a 2).

Creo que nos gustaba sufrir, porque en la semifinal ante Herediano fue peor todavía. En la ida perdimos 0-2 y en la vuelta, al 88' seguíamos 0-0. Pero remontamos. Fue vibrante ese primer campeonato.

El “bi” ya fue en torneos cortos, que son más difíciles todavía, contrario a lo que muchos opinan. Si tenés un buen equipo, tenés más opción en 44 juegos que en 22.

Aunque se empezaban a retirar figuras importantes y no había el apoyo de la dirigencia para reforzar al equipo, ganamos la final. Esta vez contra Herediano (global 4-2).

Para el “tri”, el éxodo de jugadores fue más significativo. Sin embargo, en otro clásico en la final, ganamos los dos juegos 1-0 y cerrando en Alajuela.

Por ordenes mías nunca dimos la famosa vuelta olímpica por respeto a la afición liguista.

La obtención del “tetra” fue, junto con mi primera final, uno de los juegos más históricos que me haya tocado presenciar como aficionado saprissista.

Después de perder mi primer clásico en la ida en la final y por 0-2, muchos pensaron que la suerte estaba echada. Nunca habíamos estado en tal situación.

Logramos reponernos de manera increíble, después de una de las semanas más largas de mi vida, pues habíamos acostumbrado a la afición y ¡a nosotros mismos!.

En la vuelta, después de 13 minutos ya la serie estaba dos a dos y a diez minutos del final anotamos el definitivo. Fue éxtasis total.

Ahora que Alajuelense tiene la posibilidad de lograrlo, me resta decir que es más largo de lo que se piensa, más duro de lo que se ve.

No obstante, Óscar (Ramírez) trabajó mucho y muy bien. Su equipo luce sólido y focalizado.

Nadie puede asegurar una gesta como esa. Solo el destino y las buenas decisiones en momentos cruciales lo pueden vislumbrar.

Por ahora, y aunque la final anterior fue más que sufrida y un poco al azar, son los favoritos y candidatos a hacer historia.