Hace una semana, cuando salió de su casa en Llorente de Tibás, Marvin Loría llevaba solo sus tacos y el orgullo de haber entrado a la convocatoria del primer equipo para el duelo ante Cartaginés.
Pero llegó al estadio y se encontró con que sería titular. Sorpresa total, aunque esta no fue ni la mitad de la que se llevó su familia.
Al enterarse, no les pudo avisar, dado que ya era hora de apagar los celulares. Tendrían que saberlo por otra fuente, y, así fue, lo supieron por medio de un sitio en Internet.
Hasta ahí llegó la fiesta de primera comunión de sus sobrinos. “Su” Marvin se convirtió en futbolista de la máxima categoría.
La celebración debió esperar a que regresara a casa y según cuenta, la algarabía fue máxima.
¿Cómo vivió los días posteriores tras el debut?
Tranquilo, porque me han puesto muy claro que todavía me falta mucho. Esto fue solo un paso, tengo que seguir más fuerte.
¿Qué cree que le falta?
Por mi edad me falta para poder estar en ese ritmo de Primera.
¿Cómo llegó al primer equipo?
Yo estaba jugando en el torneo de la U-17, pero quedamos eliminados. El día siguiente, Alonso Solís (asistente técnico de Generación Saprissa, lo recomendó tras verlo jugar), me dijo que empezaría a entrenar con el primer equipo. Parece que Rónald (González, el técnico), había preguntado si había algún muchacho que fuera volante. Eso hace como un mes.
¿En los entrenamientos percibió que estaba cerca de jugar?
Es que él (González) alterna mucho. Pero poco a poco iba viendo que me estaba metiendo un poco más. Pero, igual eso no evitó que para mí fuera una sorpresa.
¿Cómo le dieron la noticia de que sería titular ese día?
Yo nada más sabía que estaba convocado. Pero, cuando estábamos ya en el estadio, me llamó a su oficina y me dijo que iba a entrar.
¿Y se sintió nervioso?
Al principio, estaba nervioso, pero con el apoyo de los compañeros y la gente se me quitó.
¿Alguien le dijo algo especial que le ayudara?
Douglas (Sequeira), (Alexander) Robinson, (Manfred) Russel y (David) Guzmán, me dijeron que estuviera tranquilo, que ellos me tenían confianza, que si fallaba una, no bajara la cabeza.
¿Cuál era el objetivo en la primer bola que tocara?
Hacerla sencilla. Esa es para agarrar confianza. Ya conforme el partido avanzó me fui acoplando. Me di cuenta que sí podía hacer las cosas.
¿Soñó con el gol?
Sí, claro. Pero la oportunidad no se dio; imagínese haberlo hecho, pero ni modo.