Marvin Angulo es el alma de un Saprissa demoledor

Volante intervino en el 53% de los goles que tiene la S en el Torneo de Invierno

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En una de las últimas entrevistas que concedió en plena lucha contra un cáncer, el exfutbolista Johan Cruyff afirmó que el fútbol se juega con los pies pero es la cabeza la que comanda.

En Saprissa hay un hombre que retrata a la perfección la combinación entre las ideas y la ejecución de estas en el campo de juego: Marvin Angulo.

El 10 saprissista ratificó en Limón que él mueve los hilos de su equipo y que con la pelota en los pies es capaz de romper la muralla de un rival que, de entrada, impone su físico y suele intimidar a quienes pisan la grama del Juan Gobán Quirós.

Así ocurrió en los tres goles que facturó la S en Limón y en los que el mediocampista tuvo participación activa.

En la primera diana, en el minuto 44, le puso el balón en la cabeza a Francisco Calvo, quien cruzó el bosque de piernas limonense para batir a Jairo Monge.

Después convirtió el penal que le habían cometido a Daniel Colindres antes de finalizar el primer tiempo (47’).

Y reanudado el juego, gestó el tercero, tras cobrar un tiro libre que Jemark Hernández empujó en propia puerta (53’) y que anticipó el final de un partido al que le sobraron 37 minutos.

Sin aspavientos ni un regate de más o un festejo pomposo, el cerebro morado cargó con el peso de su divisa en un campo gastado y en el que la mayoría de visitantes acaban atrincherados e impotentes por las dificultades que implica jugar ahí.

Si bien a Saprissa le tocó sudar en Limón, los golpes que asestó en tan corto tiempo le acomodaron por completo un partido que ni la más optimista de las quinielas daría por resuelto con tanta holgura y solvencia.

Indispensable. Con el 10 en la espalda, el futbolista hizo ver fácil lo difícil ayer en el Caribe.

Como dueño absoluto del balón, no cayó en el egoísmo propio de los jefes de filas. Hasta le cedió la pelota a Rolando Blackburn para que cobrara un lanzamiento cerca del área desde donde él suele quemar las redes.

Marvin no cobró y la ocasión de hinchar el marcador con el cuarto se desperdició, como si la redonda reconociera quién la había pateado segundos antes.

No por casualidad es el intocable en el esquema tibaseño, una afirmación respaldada por su aporte en el campo.

En el comienzo arrollador de los saprissistas (13 goles en cinco juegos, para un promedio de 2,6 por partido), Angulo ha intervenido en el 53% de los tantos.

El mediocampista ejemplifica a aquel jugador de barrio al que todos vuelven a ver cuando la pelota queda suelta y en el que el técnico confía a ojos cerrados por más nublada que se ponga la tarde u oscura la noche. Lo hizo en el empate a tres frente a San Carlos, en la goleada contra la UCR (3-0) y en las tundas a Carmelita (4-0) y Limón (3-0). Dos goles y cuatro asistencias en cinco juegos del Invierno le dan crédito al hombre que se convierte en el alma de un Saprissa demoledor.