Los últimos cañonazos desde la trinchera de Carmelita

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La huella de Carlos Eduardo González Loría en el equipo Carmelita está a punto de terminar. Cañón, veterano de 37 años en la dirigencia del conjunto verdolaga, está a punto de dejar vacía su silla.

“Llego hasta el 14 de setiembre, si Dios quiere”, explicó el jueves pasado. “Ya son muchos años en esto, es bueno que llegue otra gente. La idea es que todo quede acomodado cuando me vaya”.

Una asamblea del equipo se encargará de elegir al sucesor de Cañón. “Todavía estamos en eso, buscando a la persona adecuada. Tiene que ser un auténtico carmelo, tanto como yo”.

El dirigente asegura que a sus 60 años está bien de salud. También admite que seguirá viendo los partidos del equipo cada vez que pueda. Eso sí, ya no meterá las manos en las decisiones.

Como parte de los últimos arreglos, estudia la posibilidad de vender la finca que el equipo tiene en Barrio San José de Alajuela, y donde existe la idea de construir algún día un estadio.

“Nos aparecieron buenos compradores en estas semanas y vamos a analizarlo bien. En cualquier caso, si vendemos la finca al equipo le quedaría un fideicomiso con la plata, para que la administre con mucho cuidado, igual que haría con el terrenito”, explicó.

Carmelita pudo adquirir ese lote gracias al dinero por la venta de Óscar Rojas a México y el premio del Mundial de Corea 2002.

El dirigente asegura que en algunos momentos tuvo ofertas para que vendiera el club, pero los interesados siempre se toparon con un portazo de frente.

“Mientras yo sea el presidente no está en venta. Ya vimos lo que pasó en otros casos, Guanacaste vendió y resulta que el equipo terminó en San José, igual Santa Bárbara, que se convirtió en Puntarenas. Queremos mantenernos tal y como estamos”, comentó.

Durante décadas González fue el prototipo del dirigente esforzado, dispuesto a a arrollarse las mangas para sacar a flote a los carmelos, sin estadio y sin afición.

Dificultades. Sobrevivir en Segunda no es fácil, menos para un equipo que incuba el anhelo de volver pronto a la máxima categoría.

“Esto es una consecuencia más de la eliminación de la Selección para el Mundial. Las empresas no quieren ayudar, y tienen un poco de razón, porque la gente pierde interés en el futbol”, expresó.

Carmelita todavía no vende el frente de la camiseta, esperando a que les aparezca un buen negocio. Mientras tanto, para cubrir los gastos de ¢4 millones al mes utilizan los ingresos por vallas, patrocinios menores y algo de taquillas. Cañón reconoce que de vez en cuando tiene que poner dinero, una constante en sus años como dirigente.

“Eso sí, siempre lo cobro después, nunca ha habido problema con eso”, aclara de inmediato.

También hay un grupo de apoyo que se encarga de conseguir recursos. Anoche tenían previsto realizar un bingo en la iglesia de Barrio El Carmen de Alajuela.

“Son ocho o diez personas que quieren mucho al equipo y están dispuestos a trabajar. Con ellos esperamos vender el patrocinio de la camisa y si se puede hasta las mangas del uniforme”, agregó.

Cañón se va a retirar del futbol para atender su negocio, un bazar y pulpería en La Agonía de Alajuela. El adiós del equipo está muy cerca, pero no habla con nostalgia. “Ya son muchos años”, repite, como si quisiera convencerse a sí mismo.