Hace tres meses, el 6 de setiembre anterior para ser exactos, escribí una columna sobre la decisión del Saprissa de no fichar al volante Christian Bolaños.
Dije en su momento que rechazar los servicios del mediocampista nacional me parecía una decisión acertada e inteligente de la directiva saprissista.
Tras su destacado Mundial, Bolaños llegó al país -con dos meses sin jugar- para ofrecerse al club de sus amores, pero en Tibás le cerraron puertas.
En aquel entonces, por defender la determinación de los tibaseños me llovieron las críticas por parte de muchos aficionados cartagos, heredianos, manudos e incluso morados.
Sin embargo, tras jugar 12 partidos con los brumosos Bolaños decepcionó en su juego y al final fue cuestionado por la misma directiva blanquiazul.
Replico las palabras del presidente Daniel Vargas a La Nación : “Christian Bolaños no pesó con Cartaginés y tampoco hizo diferencia, al menos no como esperábamos. Teníamos otras expectativas al fichar a un jugador de ese nivel de importancia y no se cumplieron”.
Pese a ser anunciado con bombos y platillos con el conjunto de la Vieja Metrópoli, Bolaños no marcó un solo gol con los azules y tampoco su fichaje fue suficiente para que los brumosos llegaran a la final del campeonato.
Al final, lo caro salió más caro. Bolaños percibió un salario mensual de $3.000 (poco más de ¢1.500. 000) y su paso por el Cartaginés será poco o nada recordado por los aficionados.
Ahora, el futbolista partió a Qatar en donde le espera un contrato millonario. Ahí quizás levante su juego y sea determinante.
Quedó demostrado que Bolaños llegó aquí con el plan de mantenerse activo sin exponer su futuro. El tiempo me dio la razón.