Lágrimas moradas, el nuevo trofeo brumoso

Cartaginés se afianza en la cima en la casa de un equipo que despertó tarde

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Saprissa se convirtió anoche en la nueva medalla de un Cartaginés intratable, un líder con marca perfecta que volvió a dejar claro que su futbol funciona en el patio de cualquier rival.

El equipo de Javier Delgado demostró ayer por qué está en lo más alto de la tabla, con un orden envidiable en todas sus líneas y un grupo que se sabe de memoria su idea de juego.

Los brumosos cumplieron su promesa de la semana y llegaron al Ricardo Saprissa a proponer, sin esperar a ver qué tenía que decir el dueño de la casa.

La S, en cambio, se sorprendió con el candado brumoso, armado desde la media cancha con la experiencia de Danny Fonseca y Félix Montoya, dos muros que por un cuarto de hora fueron sencillamente infranqueables.

En ese tiempo los morados también volvieron a ser víctimas de su pesadilla más recurrente y para el 23’ ya luchaban contra un inapelable 0-2.

Un tiro libre de Mauricio Castillo se encontró la cabeza de Carlos Johnson para apagar los cánticos de la Cueva; siete minutos más tarde la pesadilla morada se hizo realidad con el 0-2, esta vez en las piernas del propio Castillo.

Así, con un tanto y una asistencia, el hombre que nunca ha gozado de la confianza de la directiva tibaseña les recordó de nuevo que no es la falta de talento lo que le ha cerrado las puertas del club.

Partidazo. Cuando ya la noche presagiaba lo peor para Saprissa, un pase de Diego Estrada para Diego Madrigal le permitió al goleador morado driblar a Luis Torres y meter a la S en el partido.

Fue una anotación vital, porque bajó las revoluciones de un equipo que se preparaba para la goleada.

Después llegó la ayuda desde el banquillo: Golobio ingresó antes de que el partido cumpliera su primera mitad y más tarde apareció también Deyver Vega, con ellos Saprissa recuperó el orgullo y preocupó, por fin, al inspirado líder.

Para cuando Cristhian Lagos hizo gala de sangre fría y convirtió un penal al 74': la Cueva estalló con el sueño de una remontada que finalmente nunca llegaría.

Cartaginés dejó claro que no se arruga con la presión, que sabe aguantar y, sin duda, golpear.

Al 83', cuando todo el saprissismo cantaba en pos de ese tercer gol, Andrés Lezcano se metió al área en compañía del recién ingresado Leando Silva, el entrevero se resolvió con un autogol de Moisés Hernández en la línea de gol. Todo fue júbilo blanquiazul.

Saprissa remó con más corazón que ideas por el empate y al final murió con las botas puestas, con las ganas que sin duda le faltaron en ese timorato arranque.

Cartago, en cambio, ya no solo “vive y vive”, porque además del invicto y la marca perfecta, ahora también tiene en el cuello la medalla de haber hincado a Saprissa.