La pasión despidió a una ‘leyenda’

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Las gambetas de Alonso Solís llenaron los ojos de la afición morada en sus casi 17 años de carrera y ayer, en su despedida oficial, no faltaron. Sí, el olé y la euforia llenaron las gradas del Estadio Nacional como en antaño lo hicieron con las de la Cueva.

Aunque el Coloso de la Sabana parecía vacío, cerca de 9.000 aficionados vestidos de morados se apersonaron para llenarlo de pasión y no dejar que el Mariachi se fuera en silencio.

A cambio, Solís les cantó tanto con el balón como con el micrófono. La fiesta sirvió para presentar, junto a su grupo Leyenda y la cantante Xiomara, el sencillo ¿Cómo sería?, del disco Sí.

Ya la velada empezaba bien, pues al anunciar por los altoparlantes los nombres de quienes acompañaron a Solís, los aficionados empezaron a emocionarse. Reaparecieron glorias como Víctor Cordero, Try Benneth, Rónald Gómez, Erick Lonnis y –¿cómo no?–, Wálter Centeno.

El golazo calentó. Más allá del desarrollo de su carrera en su otra pasión, la música, Solís demostró que aún tiene futbol y eso lo agradecieron con mucho cariño sus fieles admiradores.

Llegó la gambeta, la bicicleta y el golazo, al 14’, excusa perfecta para que los morados se pararan y sacaran las banderas.

Al mediotiempo, el Paté explicó mejor que nadie porqué la gente se emocionó tanto con el remate de Solís. “Eso no se aprende, eso se trae. Ya no queda mucho de eso en nuestro futbol y por eso (a Alonso) lo quieren tanto”.

El delirio llegó a la cúspide al mediotiempo, con los mariachis, la señal en vivo de la camiseta 10 en el tejado del Saprissa y Alonso intentando hablar en medio de las porras de los aficionados.

Anoche, entre el clima frío de La Sabana y el calor de los saprissistas, nadie podía negar que se trataba de la despedida de un ídolo que pasó a ser leyenda.