La obsesión por Concacaf le restó brillo a la segunda etapa de Óscar Ramírez en Alajuelense

En su primera etapa ganó cuatro títulos en cinco torneos. En la segunda solo ganó uno de cuatro

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Nunca lo dijo directamente pero siempre fue concreto en que el objetivo número uno de Alajuelense debe ser la Liga de Campeones de Concacaf. Óscar Ramírez regresó al banquillo manudo después de su sabático de seis meses porque sentía que ganar el cetro regional era asequible y se quedó a un gol de alcanzar la final.

Las dos etapas de Machillo en la Liga fueron un contraste entre lo alcanzado a nivel nacional y en el ámbito internacional.

En el campeonato nacional ganó cuatro de cinco torneos en su primer paso por el Morera Soto, nunca perdió una serie de ida y vuelta y se constituyó en uno de los entrenadores más ganadores del fútbol costarricense.

Su regreso fue exitoso en un inicio, al ganar el Invierno 2013 y ubicarse como el entrenador con más títulos en la historia casi centenaria de la casa rojinegra.

Sin embargo, la alguna vez alabada fórmula de Ramírez para dirimir los emparejamientos de ida y vuelta se desgastó, se volvió predecible y reconocida por todo el país. Así pasó año y medio sin volver a ganar un campeonato: perdió la final ante el Saprissa de Rónald González, en el Verano 2014; las semifinales ante Jeaustin Campos, en el Invierno 2014, y la final ante el Herediano de Odir Jacques -en penales-, en el reciente Verano 2015.

Óscar ha explicado varias veces cómo en su primera etapa solía enfrentarse a equipos más ingenuos, que no eran tan aplicados tácticamente como su Liga.

Luego, según ha referido el estratega erizo en numerosas conferencias de prensa, eso cambió y hoy en día el fútbol tico es más táctico y competitivo.

Se igualó al poderío mexicano. Contrariamente a lo que pasó en el torneo local, Machillo fue encontrando en la Concacaf las mieles del triunfo que tan ajenas le fueron en sus primeras experiencias.

En las dos primeras ediciones de la Concachampions en las que la Liga de Ramírez participó no logró avanzar de la fase de grupos.

En la 2011-2012 ganó cuatro partidos y perdió dos, pero quedó fuera por reglamento pese a empatar en puntos con el Morelia de México y el Galaxy de Los Ángeles.

En la edición 2012-2013 el León salió humillado de la competencia internacional tras caer goleado 5-0 en casa del Tigres de México.

Machillo volvió de su sabático con una fórmula que garantizaba no volver a ser deshonrado por los millonarios clubes aztecas: tomar la Concacaf como una obsesión.

Ahí empezó a aplicar la rotación que pocos entendieron y muchos criticaron. También a planificar cada duelo internacional con meses de antelación, cada uno con la seriedad de una final.

Los resultados fueron evidentes: en la edición 2013-2014 le ganó los dos partidos de la fase de grupos al poderoso América, incluso triunfando en el mítico estadio Azteca, y eliminó a las Águilas en la fase de grupos.

Pero la Liga no logró concretar la superioridad ante el Toluca en la ida de las semifinales y terminó derrotada con un global de tres a cero.

En la última edición de la Concacaf, Alajuelense amarró dos veces a otro millonario del norte, al Cruz Azul, y lo dejó eliminado en la fase de grupos.

También eliminó al DC United en los cuartos de final y estuvo a punto de convertirse en el primer club costarricense en jugar una final regional en una década. Pero el Impact de Montreal ganó la semifinal por gol de visitante luego de un empate global de 4-4.

Ese crecimiento internacional no logró capitalizarse en el torneo nacional y Ramírez deja hoy el banquillo erizo con los mismos cinco títulos que tenía desde 2013.

Eso sí, los fríos números lo avalan en tanto que son positivos ya a nivel local como en el internacional: en la Primera División disputó 216 encuentros con la Liga, para un rendimiento de 64%; en la Concacaf fueron 26 juegos con rendimiento de 56%.

Mas esa ansiada final de Concachampions nunca llegó.