La noche en el Morera Soto se estremeció con las voces de la afición de Alajuelense

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Alajuela. Llegar al Morera Soto nunca resultó tan complicado. La lluvia retrasó el itinerario de llegada que tenían programado los aficionados que compraron su boleto para presenciar el juego de ida de la final del Verano entre Alajuelense y Herediano.

Todas las vías de acceso al estadio estaban saturadas, pero era mejor no perder la calma.

A falta de media hora para el inicio del juego, había muchos claros en las gradas, mas cuando quedaban 15 minutos para que Wálter Quesada pitara el comienzo del juego, programado para las 8:15 p. m., la casa eriza ya estaba a reventar.

Quienes hicieron su agosto en mayo fueron los vendedores de capas, ya que la mayoría de hinchas que paulatinamente abarrotaban las gradas preferían ponerse esa bolsa plástica, incómoda por momentos, pero muy útil en esta época de lluvia.

Los comercios en las afueras del estadio se llenaron antes que el mismo estadio, quizás por la necesidad de los hinchas de calentarse o calmar los nervios.

Ya cuando el aguacero se había marchado, los equipos saltaron a la cancha para subir los decibeles de la fiesta futbolera.

Chiflidos para los florenses, aplausos para los rojinegros, lo lógico cuando se juega un partido de alto calibre en la morada del León. Los graderíos se calentaron y ni siquiera la llovizna que regresó después logró enfriarlos.

La final comenzó pasada por agua, pero a nadie se le ocurrió moverse de su butaca.

Quienes tardaron más de una hora con 40 minutos para llegar al reducto rojinegro estaban decididos a vivir la acción del primer round de la final del Verano.

“¡Liga campeón, Liga, Liga, Liga campeón, Liga, Liga, Liga campeón!” . Las voces rojinegras hicieron estremecer la noche.