La ilusión del cetro 23 llenó el Rosabal de fervor florense

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El deseo de conseguir el título 23 llenó la casa del campeón nacional con una marea de camisetas rojiamarillas unidas en pro de una causa que ya no se antoja imposible.

La feligresía herediana no alcanzó para colmar las graderías del Rosabal Cordero, pero tampoco se quedó muy corta en la tarea.

El reducto estuvo en un 95% de su capacidad, una cifra que ayer se repartió muy poco entre aficionados morados, que se distribuyeron en todo el inmueble rojiamarillo.

Desde las 2 p. m., cuando se abrieron las puertas del recinto, los seguidores del Team llegaron a apartar su espacio en las graderías. Una hora después, los revendedores daban por agotadas las localidades de sol y sombra.

La reventa aumentó los precios, pero no los elevó demasiado porque de cualquier forma, las boleterías del estadio también les peleaban clientes.

Para las 4 p. m., todo el fervor florense que inundó los alrededores del Rosabal ya estaba concentrado en su interior, a la espera del pitazo inicial del compromiso.

Fiesta. Tanto fuera como dentro del estadio, la tónica fue la misma: una fiesta del futbol, pero sobre todo de los heredianos.

Ataviados con camisetas, banderas, gorros y hasta muñecos, los seguidores del monarca nacional llegaron a apoyar su equipo en el primer andar por la fase final del Invierno, el paso inicial hacia el eventual 23.

Las horas previas, transcurrieron en medio de música y cánticos, todos a favor del actual campeón.

Antes del duelo, la Banda de Pili puso el grado de humor con su show de ventriloquia hasta que el reloj se acercó, por fin, a las 5 p. m.

Luego de una negociación fugaz, La Ultra morada también tuvo su espacio en el Rosabal y llegó a igualar un poco el apoyo que fluía desde las graderías, pero nunca estuvo muy cerca de imponerse al fervor de la localía.

Este fue el round de los florenses en las graderías. El domingo, el capítulo será para los morados, cuando la Cueva acoja la lucha entre tibaseños y heredianos.