La capital fue el epicentro de una insurrecta alegría

Los aficionados de la Tricolor realizaron una procesión que terminó en la Fuente de la Hispanidad

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Ni los más optimistas vaticinaban otro Verano italiano , uno que superaría a su precedente de 1990.

Ayer la capital rindió sus avenidas a los pelotones de aficionados sublevados que lanzaron el grito al cielo: “¡¿dónde están los campeones que nos iban a ganar?!”.

Fue una atmósfera épica, sin precedentes, que se fraguó horas antes del pitazo inicial.

Los trabajadores de las instituciones públicas se juntaban en los comedores para discutir sobre el once estelar de Jorge Luis Pinto.

“Sale Yeltsin con Borges y con Campbell arriba”, adivinaban mientras se frotaban las manos ansiosos de que iniciara el duelo.

Los niños del kínder maternal Montessoriano, jugaban en el planché emulando a sus nuevos héroes.

Todos querían ser Campbell, mientras el más robusto, en la portería, era Keylor Navas.

Una optimista congregación de fanáticos se amontonó al frente de una pantalla gigante en la Plaza de la Democracia.

Estudiantes de colegio, banqueros, constructores, amas de casa.. todos unidos en un solo latido.

El júbilo. El sol incandescente no logró dispersar a los seguidores de la Tricolor , quienes entonaron a todo pulmón el Himno Nacional.

El juego de Costa Rica en los primeros minutos tenía a todos contentos. Pero luego llegó el cabezazo del capitán Bryan Ruiz y los decibeles del grito de gol estremecieron los cimientos de Cuesta de Moras.

Las cornetas y banderitas duplicaron sus precios, al tiempo que el desconocido de al lado se convirtió en el mejor amigo.

Con un nudo en la garganta gritaba Hermes Navarro, un aficionado que apenas venía saliendo de una cirugía en su mano derecha.

“Uno no se puede perder este partido, es una sensación sin precedentes. El doctor me dijo que guardara reposo, pero yo decidí venirme para acá. Hasta se me olvidó que me dolía”, confesó este tocayo del expresidente de la Fedefútbol.

Todos los caminos de San José llevaban a la fuente de la Hispanidad. Fue un peregrinaje para honrar a la nueva camada de héroes.

El país llevaba tiempo esperando este hito... desde aquel triunfo que no pudo ser contra Turquía en el 2002 y el hundimiento en tierras germanas en el 2006.

Después de 24 años, los labriegos sencillos de la Tricolor pusieron su nombre entre los mejores 16 equipos del orbe.

Una victoria que atrajo, como un eco, las anotaciones de Róger Flores y Hernán Medford en aquel 2-1 que silenció a Suecia en 1990.

Ayer un país celebró el gol de su capitán y la segunda conquista, seguida, ante un campeón mundial...

¡Qué vengan más y más Veranos italianos !