¿Golpeado? Tal vez. ¿Herido? En no pocas ocasiones. ¿Saturado, desgastado, frustrado, caído? No me cabe la menor duda de eso y más en no pocas jornadas de Jonathan McDonald. Pero muerto futbolísticamente hablando, jamás.
Cuando muchos podríamos haberlo pensado en el ocaso de su carrera, a sus 30 y pico de años (35 años y cinco meses, para ser exacto), aparece un día con doblete ante Alajuelense, falta a una fecha por sanción y regresa en la siguiente con gol ante Grecia apenas a los ocho minutos de juego.
Es el McDonald que le arruina la noche a su exequipo cuando el partido está supuestamente definido, en esos minutos finales en los que un veterano suele estar ya en las duchas si ese día jugó de titular. Es el que no celebra por respeto a la camiseta que alguna vez llevó casi tatuada.
Es el brioso atacante para el que la palabra suspensión hoy significa haber sumado cinco amarillas, como cualquier otro, sin rojas en el expediente del Clausura 2023, ajeno al no pocas veces expulsado en otros años por el encontronazo, los reclamos, el choque, el codo dudosamente accidental.
Es el incómodo de siempre para las zagas rivales, segundo jugador con más faltas recibidas en el torneo, 29 veces derribado previo a esta jornada, tan solo una vez menos que el porteño Kliver Gómez, según Data Factory, empresa especializada en estadísticas de fútbol
Anotador de seis goles en el torneo, McDonald se ha convertido en uno de los líderes de San Carlos, equipo que hoy luce más cerca de los puestos de clasificación que de los coleros. Aunque un boleto a semifinales parece difícil, como sugieren los ocho puntos de diferencia con el cuarto lugar, San Carlos deja clara su pretensión de protagonismo.
De momento cuenta con un equipo aguerrido, ordenado, ofensivo, capaz de grandes triunfos, muy a pesar de los altibajos, y McDonald encendido. A su tanto se unieron los de Yosel Piedra (70′) y Bryan Felix (73′) para asegurar un triunfo holgado, nada fácil cuando se juega contra un cuadro dirigido por Mauricio Wright.