Jonathan McDonald cobró venganza donde más le duele a Saprissa

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El recuerdo más reciente de un clásico llevaba meses atormentándolo. Aquel codazo que le propinó a David Guzmán en la final del Torneo de Verano 2014, el que Alajuelense acabó perdiendo, lo persiguió hasta el minuto 78 del partido de anoche.

Jonathan McDonald tuvo ayer su venganza más dulce, volvió a la cancha que le traía pesadillas y abrió el camino para que la Liga dejara tendido al Saprissa cuando y donde más le duele.

El ariete manudo entró de cambio al 55’, cuando el 0-0 parecía tenía color de sentencia y su equipo luchaba por tomar control del juego.

Optó por no desesperarse, buscó un espacio y en la primera que tuvo saldó la deuda con un derechazo imposible para el guardameta Kevin Briceño.

“Óscar (Ramírez) me dijo que entrara a hacer lo que yo sabía, a buscar los espacios, cuando vi que Kenner (Gutiérrez) agarró la pelota busqué la espalda de los defensas, la paré de pecho y rematé”, confesó el atacante manudo.

Fue su quinto gol en ocho clásicos, una marca que dice mucho del protagonista habitual que es McDonald ante el Saprissa.

“Era un partido difícil para él, por todo lo que había pasado, se comportó y gracias a Dios que se le dio el gol, no por el hecho de vengarse, sino porque demostró que el ser humano puede rectificarse”, sentenció el técnico Óscar Ramírez.

El de anoche no fue el juego más vistoso de la Liga en este Torneo de Invierno, ni nada que se le parezca.

Durante la mayor parte del partido pasó apuros en defensa y mostró muy poco en ataque, pero aun así acabó sacando la faena y eso tiene un sabor agradable.

El 2-0 le deparó tres puntos que lo acercan al primer lugar del certamen y consolidan un arranque más que prometedor.

“Fue un partido difícil, tuvimos momentos de apremio, en ciertos momentos nos desconcertaron pero el equipo tuvo la madurez para poder manejar la presión en ese momento y sacar la victoria, porque los clásicos se ganan”, resaltó el volante Armando Alonso.