El clásico entre Saprissa y Liga Deportiva Alajuelense acabó con un empate 0-0, pero al final se presentaron más situaciones que las opciones de gol falladas por Jonathan Moya, Anthony Hernández y Ariel Rodríguez que terminaron en lamentos en ambos bandos.
Mientras que los aficionados desalojaban las gradas del Estadio Ricardo Saprissa, Warren Madrigal se acercó al camerino de visitante, donde estaban los jugadores de la Liga.
El saprissista ni siquiera se quitó los tacos, algo que por lo general es lo primero que hacen los futbolistas cuando se acaba un partido para liberarse los pies de algo incómodo.
Ahí se topó a Aarón Suárez, quien para ese juego no entró en la convocatoria. Ellos conversaron largo y tendido, a la vista y paciencia de los medios de comunicación que aguardaban por declaraciones en zona mixta.
Los dos futbolistas trataban de taparse la boca, para que nadie hiciera el ejercicio de tratar de leerles los labios. Era una forma de evitar más especulaciones de la cuenta. Y aún así, se dispararon los mensajes falsos sobre Aarón Suárez.
El tiempo pasaba y Warren Madrigal se mantenía ahí, a la espera de algo que tenía relación directa con Diego Campos, pero también con Joel Campbell.
Del vestuario rojinegro primero salió el debutante en clásicos y le entregó su camisa, mientras que el tibaseño le dio la suya. Era un intercambio entre ambos.
¿De dónde surgió la amistad entre Diego Campos y Warren Madrigal? El volante de Alajuelense respondió que fue en la Copa Oro con la Selección Nacional. Ahí se conocieron y de inmediato empezaron a llevarse muy bien.
“Es una gran persona y un buen amigo. Intercambiamos la camisa y desde hace tiempo lo habíamos hablado, tenemos una muy buena relación. En la Selección estuvimos en el hotel muchísimas horas y ahí usted comparte con todos. A mí me gusta relacionarme con los más experimentados, pero también con los más jóvenes y yo también era nuevo”, relató Diego Campos.
Pero faltaba algo más y es porque eso que Warren Madrigal se mantuvo por ahí, hasta que Joel Campbell salió descalzo del camerino para buscar al futbolista de moda del Saprissa y le entregó la casaca 12 de la Liga.
Ese era el regalo que el futbolista de la S quería y el hombre más mediático de Alajuelense lo complació.
“Él me pidió la camiseta, es un grandísimo jugador de Selección Nacional y siempre ha tenido muy buenas palabras hacia mí, el respeto hacia él es mutuo”, mencionó Joel Campbell al ser consultado sobre esa situación particular.
La historia vale la pena contarla, porque representa un mensaje claro y directo a las dos aficiones más numerosas del país: la rivalidad empieza y se acaba con el pitazo del árbitro.
Hubo otras imágenes vistosas, como el abrazo de los porteños Anthony Hernández y Kliver Gómez cuando se encontraron de frente una vez que Alajuelense y Saprissa habían arribado al estadio.
El ameno intercambio de palabras entre el técnico morado Vladimir Quesada y los jugadores liguistas Jonathan Moya y Diego Campos.
O el diálogo entre Andrés Carevic y el periodista Adrián Cazador Barboza antes del clásico.