Jafet Soto hizo el ridículo en la eliminación de Herediano

Artículo de opinión. El gerente florense apeló a su desgastada estrategia para llevar a un equipo sin alma y sin piernas a la obtención del título nacional

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Jafet Soto, gerente general de Herediano, quiso hacer su jugada y le salió el tiro por la culata. Pretendió ser genio y figura, y terminó haciendo el ridículo.

Volvió al banquillo de Herediano y la pregunta es: ¿para qué? Mientras su equipo lucía aturdido, sin ideas, sin alma, sin guía en el banquillo, en parte porque el técnico estaba en todo menos en lo táctico.

Mientras, Saprissa hacía lo que le venía en gana con Herediano y, por momentos, le daba el gusto a sus aficionados de corear el “olé, olé”, pasándose la pelota de un lado a otro. Jafet Soto le prestó atención a los gritos de los aficionados, se metió con el secretario arbitral y hasta con los comisarios de Unafut, porque a sus espaldas la gente le gritaba hasta de lo que iba a morir, como decían nuestros abuelos.

Jafet Soto se puso como blanco de los gritos, salió del banquillo a todo menos a enderezar el rumbo de su equipo. El show que quiso montar se le acabó con el 2-0 de Saprissa. El tanto de Orlando Sinclair lo tomó sentado y con una mueca en el rostro que decía más que mil palabras. La eliminación de Herediano también recae en sus espaldas.

Soto podía sentarse en el banco y dirigir, gracias a que estaba inscrito como asistente, pero no hacía falta. Su presencia no iba a presionar a los jugadores de Saprissa, menos asustarlos.

Jafet Soto quedó lejos de demostrar ser un buen líder, al menos en esta faceta que asumió como técnico, una más en Herediano, porque, aunque tiene gente para los puestos definidos, sigue pareciendo el gerente general, gerente deportivo, técnico y supervisor de las obras del estadio. Todo a la vez.

Los mejores líderes son conscientes de lo mucho que no saben. No necesitan ser la persona más inteligente de la sala, pero tienen el deseo inquebrantable de aprender de los demás.

Jafet Soto muestra lo contrario con sus acciones. Recurre a la confrontación, a llamar la atención ante la falta de recursos futbolísticos en la cancha y esto ya es una estrategia desgastada que daña su imagen y no le hace nada bien al fútbol.

Soto sale con su discurso de siempre: “Tengo a este jugador firmado, voy por el otro, dejé ir a este y aquel nos tocó las puertas para volver”. Hace gala, según él, de saber al dedillo todo lo que sucede en otros equipos, pero parece ajeno al suyo y seguro cree que a Herediano siempre le va a ir bien gracias a su “divina presencia”.

Ya es hora de que Jafet Soto haga una pausa y revise bien por qué en los últimos años Herediano tiene hasta tres técnicos por temporada. ¿Será por falta de planificación?

Hace un tiempo quiso hacer ese impasse y dedicarse a supervisar las obras del estadio. Para eso contrató a Robert Garbanzo, su gerente deportivo, pero Robert a veces no sabe qué decir, porque Jafet Soto ya habló de la parte deportiva.

Soto sigue siendo “Soyla” en Herediano y al parecer le encanta. Si un líder no comprende el concepto de servicio por encima de sí mismo, no generará la confianza, la seguridad y la lealtad de aquellos a quienes lidera. Cualquier líder es tan bueno como el deseo de su equipo de ser dirigido por él.

El refrán dice “zapatero a tus zapatos”, y sabemos del cariño que Jafet Soto tiene por Herediano y cómo lo defiende a muerte, pero debe hacerlo con hechos, logros, títulos y un equipo en la cancha que compita. No como el Herediano de la semifinal ante Saprissa, que parecía estar de brazos caídos, agotado, entregado a su suerte y esperando el empujón de su técnico. Sin embargo, el entrenador parecía más ocupado en figurar y ser el centro de atención, para luego, fuera de la cancha, convertirse en el gerente general, gerente deportivo, presidente e incluso codueño del equipo.