Ir al castillo de Drácula, chicharrones de desayuno y ser contención: Dylan Flores cuenta sus vivencias en Europa

El volante de Alajuelense recordó algunas anécdotas que su familia y él vivieron cuando militó en el fútbol de Portugal y Rumanía

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Dylan Flores contó algunas experiencias anecdóticas que vivió como legionario. El volante de Alajuelense primero estuvo un año en Portugal con el Tondela, regresó al fútbol nacional y luego salió año y medio a Rumanía, donde jugó con Politehnica Iasi y ACS Sepsi.

En Europa afrontó situaciones de las que hoy se ríe, pero que en su momento significaban un contratiempo, o que se convirtieron en experiencias inolvidables, como cuando acudió con su esposa Andrea Garro y su hijo Liam (nació en Portugal) al castillo de Drácula porque les quedaba muy cerca. Ellos vivían en Brasov, a 15 minutos de Transilvania, Rumanía.

“Hacen un tour de todo el día, se pagaban como ¢2.000 y se conocía toda la historia, que es diferente a la que uno sabe. La verdad yo esperaba ver un castillo mucho más grande; sí era grandecillo, pero no tanto y está muy remodelado. Tiene muchas partes cerradas, cuartos donde castigaban a la gente con picos para golpearles la espalda”, relató Flores a través del Instagram de Kölbi.

El idioma era toda una misión diaria, porque le pusieron un traductor, que no sabía hablar inglés.

“Era un arroz con mango para descifrar lo que querían decir, pero el rumano es un latín y si ellos hablan lento se logra agarrar como el final de la palabra y uno batea, a veces bien y a veces perdidísimo. Me tocó aprender así”, citó.

La comida también se volvió un reto para Flores y su familia. Los problemas se mermaban porque podía comprar arroz, frijoles y lo básico para cocinar en su casa, pero todo se complicaba al ir a un restaurante.

“Para desayunar nos ponían chicharrones, hígado y huevos y yo pensaba que si me comía eso a las 7 a. m., quién sabe qué me pasaba, chicharrón de ese que comemos nosotros, del duro”, contó el volante rojinegro.

Ante esa situación, en su casa cocinaban el infaltable gallo pinto y si le tocaba desayunar en el club, no comía.

"Me llevaba un pan o algo de la casa, porque los desayunos eran muy pesados".

Su familia también estaba a prueba ante una forma de vida muy distinta. Flores contó una situación que le ocurrió a su esposa mientras él estaba en una concentración.

“Ahí hay mucho gitano y muchos toman lo ajeno. Ella, al salir de una tienda, le empezaron a sonar las alarmas y llegaron unos siete policías que le hablaban en rumano; andaba la tablet de mi hijo en el bolso y eso era lo que le sonaba. Él salió corriendo asustado de la tienda y ella no se podía mover”, recordó.

El susto se acabó cuando una dependiente de la tienda llegó a aclararlo todo.

“La muchacha dijo que sí había pagado y que iba saliendo de la tienda. Se pudo ir, pero ya tenía miedo de salir”.

Con el vehículo, no tenía problemas para conducirlo, porque en Rumanía el volante se usa al lado izquierdo, al igual que en Costa Rica, pero sí debía armarse de más paciencia por una peculiaridad.

“No saben parquear, a veces se hacían presas porque alguien se estacionó en media calle y se fue a comprar algo a una pulpería, por ejemplo. No se podía pasar y aquella fila de carros”.

De su primera aventura en el fútbol extranjero, en Portugal, también tiene algunas historias que contar que poca gente se imagina.

¿Cómo le fue allá? “La verdad no muy bien, porque primero que todo el fútbol es complicado porque se manejan entre agentes, entrenadores y directores deportivos. Muchas veces no se sabe qué está pasando y uno hace maletas y nada más va”.

Flores manifestó que él se subió al avión y se fue a Portugal. Todo pintaba muy bien, porque el gerente deportivo lo recogió en el aeropuerto y lo llevó al hotel.

Ni siquiera pudo dormir y al día siguiente era el primer entrenamiento. El capitán lo recibió bien y lo llevó a saludar a los compañeros.

“Llego donde el entrenador y me dice ‘todo bien’ y se fue, ni me volvió a ver. Después me dijo que iba a ser sincero: ‘Yo no juego con un volante de sus características, usted viene porque le gustó al gerente, pero yo lo haré contención’ y yo nunca he pegado una patada en mi vida”, recordó.

Y agregó: “En todo ese año me tocó ser contención, la pasé mal y me costó adaptarme muchísimo. Ahí estuve un año y tenía tres años de contrato, entonces decidí buscar un préstamo y al final las opciones no me gustaron mucho, entonces quedé libre y me vine para Costa Rica otra vez”.

El futbolista de Liga Deportiva Alajuelense se entrena a diario desde su casa e invita a todos a que sigan las órdenes del Ministerio de Salud para luchar contra el nuevo coronavirus.

“Si lo hacemos, más rápido saldremos de esto y volveremos a nuestra vida normal”, apuntó.