Guápiles, Pococí. (Redacción). Hasta las paredes retumban en Guápiles. Será porque ellas también están contagiadas de la algarabía de la final que acaba de inundar al cantón central de Pococí.
La música caribeña, el reggaetón y las cornetas son solo el entremés en la oferta de hoy. Esto no es solo fútbol señores: es una fiesta completa... incluyendo uno que otro par que ya andan abrazados para disimular la embriaguez.
Frente a la licorera se sitúa un grupo de muchachos de rojo y amarillo dando brincos en círculo y ondeando sus camisetas cual banderas. Saber si su pelo destila sudor, cerveza, agua o algún otro tipo de líquido sería tarea difícil.
Otros jóvenes se acumulan justo a la entrada a gradería sol con sombreros, pelucas y máscaras rojiamarillas, para gritarle a su equipo cuánto le apoyan a punta de “oe-oe-oes”.
Las familias también llegan completitas. Ese es el caso de los Zamora, que partieron a las 12 p. m. de Heredia y se trajeron hasta al más pequeño de la familia, pues confían en que el ambiente se mantenga tranquilo durante y después del partido.
“Los heredianos somos muy tranquilos y vemos que aquí hay mucho orden”, relatan mientras se reparten entre sí las entradas para gradería sol.
Los santistas más fiebres se llaman “Marea Roja” y llegaron apenas empezó la tarde para bailar con la comparsa “Las estrellas del sabor”.
Uno de sus integrantes, Mauricio Loáiciga, aceptó que todavía no hay tanto rojiblanco en la calle porque los ticos “todo lo dejamos para último”, pero tiene esperanza en que el estadio también se llene de esa fuerza del pueblo. “Vamos a reactivar la Marea Roja”, aseguró.
En el parque, otras actividades como conciertos y concursos se realizan previo al inicio del encuentro.