Equipos que no merecen su afición

La afición brumosa, leal, devota, con una fe digna de La Negrita, a prueba de toda desventura, merece un equipo protagonista como el Team. Y viceversa: el Team merece una afición como la brumosa.

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Hay equipos que no merecen su afición y aficiones que no merecen su equipo.

Suena drástico, a lo mejor injusto, tal vez poco comprensivo, como si el aficionado no viviera sus vaivenes, entre alegrías y frustraciones, festejos y malas rachas, esperanzas y decepciones. Quizás resulta ingrato este comentario, con reacciones de buenas a primeras ante el reporte de asistencias y recaudaciones de la Unafut, como si el aficionado realmente estuviera obligado a aquello de “en las buenas y en las malas”, como si le regalaran la entrada para ver perder a su equipo.

Aún así, y con todas esas consideraciones de por medio, hay datos incomprensibles, quizás irónicos.

Cómo entender que Herediano apenas supere al Cartaginés en unos cuantos seguidores por juego, según el registro de las primeras siete jornadas. El equipo de la década, campeón o subcampeón en 12 de los últimos 15 torneos, armado y reforzado, firme candidato al título, llevó al Rosabal Cordero 11.520 aficionados en cuatro partidos. El equipo con 77 años sin título y un presente de cuatro torneos sin clasificar a segunda fase, con el quinto al hilo garantizado, hundido en los últimos puestos de la tabla, contó con el apoyo de 10.682 seguidores, también en cuatro compromisos. En promedio, el candidato a pelear el trofeo llevó apenas 209 aficionados más por partido que el amenazado por el descenso.

¿Cómo no pensarlo? La afición brumosa, leal, devota, con una fe digna de La Negrita, a prueba de toda desventura, merece un equipo protagonista como el Team. Y viceversa: el Team merece una afición como la brumosa.

Tampoco entiendo cómo el David de nuestro fútbol, el Pérez Zeledón aguerrido, ordenado, táctico, digno de respeto, ¡campeón nacional! (aunque suene extraño, como dijo el propio técnico Giacone), cuenta con menos gente en sus gradas que el maltrecho Liberia, tan golpeado en sus arcas como en la cancha, en ruta directa y sin escalas hacia la Liga de Ascenso. En cada juego llegaron 300 aficionados más al Edgardo Baltodano que al estadio Municipal generaleño.

El Santos de Johnny Chaves también merece un estadio lleno, luego de una clasificación tras otra a la ronda decisiva, pero en su lugar, recibe menos apoyo que Carmelita, el club de la barriada, representante por excelencia de los equipos sin afición ni estadio (hasta hace muy poco).

Así de extrañas son las pasiones. Hay aficiones que se alejan con los logros.