Enseñanzas que deja un día libre

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Ricardo La Volpe asistió a un Mundial como jugador y aunque no actuó, figuró en la nómina de los campeones mundiales; jugó cuatro años en la apetecida liga mexicana; dirigió clubes en el torneo azteca y alzó el máximo trofeo de ese país; dirigió a la selección mexicana, con la que ganó la Copa de Oro, la Copa de Confederaciones, clasificó al Mundial de Alemania 2006 y dejó grata imagen en ese torneo, en el que vendió cara su eliminación ante Argentina (1-2 en tiempos extras) en octavos de final; estuvo al frente del famoso Boca Juniors.

En sus casi 30 años en el banquillo se le reconoce como un director técnico trabajador, estudioso y perfeccionista.

Y a pesar de todo ese currículum, de esa carrera tan llena de experiencias, triunfos y derrotas, aún ahora peca de ingenuo.

Los tan comentados trotes de varios seleccionados, en su día libre en Nueva Jersey, dejan al descubierto que La Volpe no termina de conocer todavía al futbolista costarricense.

El argentino les soltó un poco las riendas a sus pupilos, les dio permiso para que llegaran a la 1 a. m. y confió en el profesionalismo y el buen criterio de sus dirigidos.

Al fin y al cabo son jugadores con varios años en equipos nacionales e internacionales, con experiencia en giras de clubes, de selecciones menores y en algunos casos también con la Mayor.

El pasado miércoles traté de entender la intención de La Volpe. Quizá el técnico decidió darle a los jugadores una hora de llegada tan tardía pensando en que estaban hospedados a escasos minutos de una de las ciudades más maravillosas del mundo: Nueva York.

A lo mejor el ché creyó que sus muchachos necesitarían tiempo para recorrer la Quinta Avenida, tomarse la foto de rigor frente a la Estatua de la Libertad, subir al piso 102 del Empire State, comerse un helado en Times Square.

¡Qué mejor manera de despejarse luego de diez días de un agitador trajín y del estrés propio de la competición!

Sorpresa. Lo que nunca se imaginó fue que algunos seleccionados se irían a buscar un bar con ambiente tico a la vuelta de la esquina para mitigar la nostalgia que sienten por estar lejos de casa.

Don Ricardo aún tiene que aprender de los futbolistas ticos, quizá deba pasar más tiempo entre nosotros para conocer sus defectos y sus virtudes, para saber que a veces les falta técnica al parar una bola o cierran los ojos y tiran a matar al portero en vez de abrirlos bien y buscar la mejor esquina para meter el gol.

Tal vez si La Volpe conociera mejor a sus jugadores les mandaría a imprimir aquel antiguo refrán de que “la mujer de César no solo debe ser honesta, también tiene que aparentarlo” y se los pegaría en sus habitaciones.