El futbol se mueve al paso del cangrejo

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Cada día que pasa, cada noticia que leo, escucho o veo, me refuerzan la idea de que nuestro futbol camina al paso del cangrejo: para atrás, o en el mejor de los casos, de lado, sin avanzar nada para adelante.

El escándalo de Liberia Mía/Barrio México provocó, por primera vez desde hace un montón de años, la expulsión de un equipo de la máxima categoría.

Y detrás de eso hay otra serie de líos: el desempleo de decenas de personas y el traslado de las responsabilidades económicas del defenestrado equipo, como pago de salarios caídos, deudas con la CCSS e instituciones estatales, deudas con proveedores, etc.

Sin embargo, el Barrio no es el único equipo que atrasó salarios en esta temporada. Otros también golpearon la dignidad laboral de los futbolistas, entrenadores y administrativos.

Además, ahora vemos que casi 70 futbolistas se quedaron sin trabajo, expuestos a un mercado que no parece estar en condiciones de absorberlos a todos.

Esto plantea muchas inquietudes: en primer lugar, la preocupación de qué pasará con aquellos jugadores que no se puedan colocar y con sus familias.

Pero también uno presiente que las bases de negociación de los futbolistas se debilitan con la sobreoferta de mano de obra que se empieza a ver en el mercado de fichajes. Eso provocará una reducción de salarios y hará, sin duda, menos atractiva la profesión.

La pregunta que uno se hace es si el futbol se ha preparado para un cambio en las condiciones laborales y salariales.

Y cuando digo futbol, me refiero a jugadores y clubes.

Estos últimos necesitan que la práctica de ese deporte siga teniendo un atractivo económico para que los jóvenes decidan dedicar su tiempo a prepararse y buscar un lugar en algún equipo.

Y los futbolistas tienen que aprender que no pueden quedarse solo con el futbol como medio para enfrentar la vida.

Paralelamente a su acondicionamiento futbolístico también tienen que estudiar y prepararse en alguna carrera u oficio, pues la carrera es corta (15 a 20 años, como máximo), es inestable porque nuestros equipos de futbol no son precisamente ejemplos de organización, y podría sufrir un deterioro en los próximos años.

Apostar a conseguir un contrato en el extranjero, que suele ser el sueño de todos los futbolistas, es muy arriesgado, pues son muy pocos quienes lo logran.

El panorama de nuestro deporte rey no se ve muy halagueño desde el punto de vista organizativo. Lejos de avanzar en el profesionalismo, uno siente que hay un retroceso y está claro que la actividad no es rentable.

Lo que no entiendo es ¿por qué la Unafut sigue pensando en un torneo con 12 equipos?