El agente tico que se mudó a Italia para capacitarse y colocar futbolistas en Europa narra historia de terror

“Esto es una pesadilla que uno vive despierto”, afirma Aquiles Certad, quien desde diciembre vive en Turín y se encuentra solo en su casa, en la cuarentena de acatamiento obligatorio por el nuevo coronavirus

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Aunque tiene familia en Italia, el costarricense Aquiles Certad se encuentra solo, haciendo su cuarentena en Turín, donde reside desde diciembre. Él describe la pandemia del nuevo coronavirus como “una pesadilla que uno vive despierto”.

Ha visto episodios duros que lo han hecho llorar, como cuando observó desde la ventana de su casa los camiones de militares con un cargamento de ataúdes. Por momentos se desespera, la forma acelerada en la que se dispara la cifra de muertos cada día le da miedo y le quitan el sueño.

La tecnología se volvió su aliada. Pasa en contacto permanente con amistades en Costa Rica mediante WhatsApp o Facebook y así las horas se le hacen un poco más llevaderas.

Él es representante de jugadores y técnicos. Junto a su socio Adolfo Hernández tienen la firma ‘C&H Sports Agency Corporation’. Contó que esa labor lo llevó a Italia, porque ellos querían refrescar contactos e intentar encender nuevamente el mercado europeo para el fútbol costarricense y centroamericano en general.

También pensó en capacitarse en la Universidad de Coverciano para obtener una licencia UEFA de scouting y una licencia UEFA de dirección deportiva, para tener un marco más amplio de cómo valorar e identificar talento.

“El curso de dirección deportiva dura un año y medio acá, aprendes muchas cosas que son importantes para la dirección deportiva, pero que te pueden servir como representante de jugadores a la hora de sentarte a negociar un contrato”, expresó Certad, quien tenía todo bien planificado.

“Yo escogí alojarme en Turín porque estratégicamente es un buen lugar, ya que es la región de Italia que tiene frontera con Francia y que la primera y la segunda división de ahí nos pueden interesar, así como Suiza”.

Pero llegó el covid-19, se convirtió en pandemia, paralizó al mundo y está cobrando vidas.

El caos. Recordó que fue el 21 de febrero cuando el paciente cero llegó a Codogno, un pueblito de la región de Lombardía con 2.500 habitantes y que es la que está más afectada en Italia.

Dijo que el gobierno había manifestado la importancia de tener medidas de precaución, higiene, de quedarse en sus casas, pero no de manera obligatoria.

“Fue una recomendación y ser permisivos fue un error. Debieron de haber cerrado fronteras desde que se oye lo de Wuhan, porque en esos diez días, es cuando más contagios se dieron, justamente por la ignorancia de las personas de no tomar las previsiones del caso y creer que era un virus equis, como una influenza que se podía combatir con seguridad y también, la ignorancia del virus como tal, de cómo se desarrolla dentro del cuerpo de las personas que lo llevan”.

Al ser asintomático, muchas personas que lo tenían no presentaban ningún tipo de síntoma, no tenían fiebre, tos, ni problemas respiratorios en los primeros días.

“Seguían en el día a día trabajando, en el transporte público, subiéndose a los metros, a los buses, a los trenes, a los aviones, en los aeropuertos. Fue una altísima red de contagio. Ahora con las cifras que tenemos altísimas de infectados y de muertes acá, estamos recogiendo lo que se hizo hace mes y medio. La gente lo vio como algo pasajero y acá están los resultados”.

Relató que con ese paciente cero empezó a infectarse un montón de gente que estaba alrededor de él, como su esposa, médico, enfermeros, trabajadores y solo en ese pueblito ya habían 400 personas infectadas, en cuestión de dos o tres días.

Ahí fue donde el primer ministro Giuseppe Conte decreta el estado de emergencia y clausura de forma total las regiones de Lombardía, Reggio Emilia y Véneto.

“Yo estoy en la región de Piamonte, que también está pegada a Lombardía, pero hacia el oeste, es la cuarta región con más gente infectada. Dentro del país se podía circular con normalidad si no estabas en estas regiones, si estaba ahí no podía salir de la región ni entrar a la misma. Luego, se dan cuenta de que eso no funciona, que la gente sigue saliendo y entrando y entonces hacen el bloqueo general del país”.

Ese toque de queda comenzó hace casi un mes.

“Yo que trabajo en lo propio no podía salir de mi casa si no era con una autorización en un documento en papel de seguridad que constata la razón por la que estoy saliendo, dónde voy a ir y a qué hora voy a regresar. Este documento es certificado por una autoridad gubernamental del lugar donde vivís”.

Desde multas hasta cárcel. Es decir, en Italia, para ir a hacer una compra al supermercado se necesita un permiso certificado. Quien no lo portara se sometía a una multa entre los 600 y los 3.000 euros.

“Ahora las multas suben hasta 12.000 euros y ya se ha considerado que son contravenciones y podrías ser privado de libertad si no demostrás una justificación válida para salir de tu casa”.

Certad explica que en Italia, las personas con covid-19 en algún hospital, o en sus propias casas, tienen que estar totalmente aisladas.

“No puede haber ningún familiar con ellas. Eso de visitas, nada. Cero contacto. Si tenés un celular o un ipad para comunicarte bien y, si no, lo siento mucho, pero no puede comunicarse con ningún familiar”.

Cuando se producen un deceso, las autoridades llaman a la familia para comunicarles la noticia y advertirles que no se pueden hacer funerales.

“El cuerpo lo meten en una bolsa de seguridad y va al ataúd, se lo llevan, va para cremación y las cenizas llegan 10 o 15 días después. Es como una guerra, igual, lo que pasa es que aquí el enemigo es invisible, ese es el problema y todavía no hemos encontrado la cura en ningún lado. Hay mucha incertidumbre. Encender el televisor y ver las noticias aquí en Italia es súper triste, preocupante y no te voy a mentir, uno se asusta. Hay de 600 a 800 muertos por día”, relató.

Viendo esa realidad allá, le preocupa más Costa Rica.

“Hay que ponerse las pilas y no me refiero al gobierno, sino a todos. Que se queden en la casa, que hagan caso, que no salgan, que si lo hacen sea por una necesidad esencial y si no, en la casa. Mi mamá está en Calabria por ejemplo, está a 1.000 kilómetros de mi casa, entonces es lejos igual, estoy lejísimos”.

Dijo que pensar en su hija que está en territorio nacional le hace bien.

“Gracias a Dios he estado muy centrado, creo que psicológicamente soy una persona muy fuerte, pero hay momentos en los que uno se desespera.

En cuanto a medidas en Italia, indicó que el gobierno le dará a cada cabeza de familia 600 euros al mes para pagar alquiler, comprar comida o que lo usen discrecionalmente. Los préstamos fueron suspendidos por los próximos 18 meses y que la cuarentena la han interpretado como una enfermedad, de modo que incapacitan a las personas y les pagan el 50% del salario, con la finalidad de ayudar a trabajadores y patronos.

“Con esas medidas le van a dar un poquito de sostén a la economía privada. Los grandes supermercados están ayudando con comida. Todos los días que hacen cierre, las comidas que tienen menos de tres días de fecha de vencimiento las ponen a disposición de las personas que no tienen con qué comer, entonces tienen que ir, hacer fila y recoger sus alimentos, pero la situación sí está bastante complicada”.