El 30 del Saprissa retumbó en Tibás con una estrella de historia

Saprissa le puso fin a su sequía y se alzó como el monarca absoluto del área

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El título 30 retumbó en Tibás con una estrella de historia, una corona que puso fin a la sequía y le devolvió a Saprissa el título de mayor monarca en los anales de la Concacaf.

Llegó acompañado de la imagen de Rónald González llorando desconsolado tras el pitazo final, el resumen más fiel del sentir de un equipo que había esperado mucho tiempo por ese grito de campeón.

Ese fue el llanto del desahogo, de lo que cuesta y, finalmente, llega el cierre de una larga penitencia de fracasos y promesas que no acabaron con el mismo júbilo de ayer.

Fue una noche para el recuerdo en un escenario abarrotado, un Ricardo Saprissa que irremediablemente se tiñó de morado con la promesa de ese campeonato que después de cuatro años llegó.

Ni la lluvia ni el frío mermaron el ímpetu de una afición que en la víspera respiraba entusiasmo, quizá por la buena cara que había dejado el partido de la ida, quizá porque el solo hecho de volver a una final ya era una razón para soñar.

El título también llegó como llegan los trofeos que más se recuerdan, ante el acérrimo rival y con la incógnita de cuál de los dos tradicionales del país ganaría la cerrada carrera por el 30.

Ese desempate mantenía también en vilo la monarquía absoluta de toda la Concacaf, pues ni en el Istmo ni en el norte del continente hoy hay un equipo con más títulos de Primera que los que desde ayer reposan en las vitrinas de Tibás.

De Vuelta. La estrella 30 también alcanzó para volver a meter a Saprissa en la disputa de la Concacaf, esa vitrina internacional perdida por los fracasos de la sequía.

Con el título del Verano bajo el brazo, los morados se enfrascarán de nuevo en la pelea por repetir la hazaña de asistir a un Mundial de Clubes, aquel hito del 2005 que hoy sigue recordándose como la mayor proeza de la institución morada.

De todo eso llegó acompañado el título para la S, el primero de Horizonte Morado y de toda una camada que anoche, después de mucho, puede decirse campeón.