Desbordada pasión por el querido Team

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La celebración de los aficionados del Herediano al cosechar su ansiado título nacional número 22, que unas veces se les escurrió en el último minuto y otras al cobrar mal un penal, se desbordó en júbilo y pasión.

No era para menos. Fue el desahogo natural a casi 19 años de fracasos y humillaciones.

¿De dónde apareció tanto seguidor del Team ? La verdad es que estaban escondidos, adormecidos, avergonzados y frustrados. Y por eso nunca salieron reflejados en las encuestas de opinión.

En materia de deportes, siempre he mantenido mi objetividad cuando ejerzo mi profesión de periodista. Muchas veces me han tildado de liguista o saprissista. Nunca como seguidor del Team .

Otras veces escribí el prólogo de libro del Saprissa, de José Pastor; me tocó revisar la historia de la Liga, de Armando Mórux, y la obra de Alejandro Morera, de Guillermo Villegas; y publiqué recién para la Concacaf la historia del último club no mexicano que alcanzó su máximo trofeo de clubes.

Pero el sábado pasado, en Guápiles, fue otra cosa. Guardé el gafete de periodista, la libreta, el lapicero y la grabadora, y me fui con mi familia y mis cuatro sobrinos a apoyar al equipo de mis amores.

¡Qué recuerdo! De niño, mi papá, Humberto Calvo Astúa (ya fallecido), me inculcó el amor por el futbol, me habló de las bondades históricas del Club Sport Herediano y me convenció de que lo siguiera, por ser, entonces, el que tenía más cetros en el país, pese a la mala racha que lo perseguía.

No fue aquella una buena época de resultados. Pero conforme pasaban los años y más derrotas se acumulaban, más fiel quería ser al Team ; sabía que vendrían mejores momentos de disfrute.

Y así se sucedieron con los títulos de 1978, 1979, 1981, 1985, 1987 y 1993, gracias a generaciones lideradas por Asdrúbal Yuba Paniagua, Fernando Macho Montero, Róger Álvarez, Marvin Obando, German Chavarría, Claudio Jara, Carlos Camacho y Róger Gómez.

Por eso no oculto la felicidad que me deparó el título del sábado en Guápiles, y lo celebré en la cancha del Ebal Rodríguez con mis seres queridos. Una locura que igual se vivió y se sigue viviendo en toda la provincia de Heredia.

Al abrazarme, mi sobrino Juan Manuel dijo: “¡Vamos por el 23!”. Esa es la meta, pero debe ser construida sobre bases sólidas que hoy no existen, ni en lo deportivo, ni en lo administrativo.

Ponerse al día con los premios y salarios del plantel, saldar deudas con las instituciones del Estado, evitar acciones torpes y declaraciones inoportunas, como las del vicepresidente Mario Sotela antes de la final. En fin, construir un equipo protagonista, ordenado, ambicioso y exitoso. Todo bajo la guía de la desbordada pasión que despierta el querido Team .