¡Desahogo herediano!

Los rojiamarillos montaron la fiesta en la gramilla del estadio Ebal Rodríguez

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Guápiles. El pitazo final, ayer en el estadio Ebal Rodríguez, no significó la conclusión de un partido, sino más bien el inicio de un tremendo deshago de la afición y el plantel heredianos.

Eran 19 años de espera que llegaron a su fin, y los gritos, el llanto y los abrazos fueron los protagonistas de la celebración florense en suelo guapileño.

Aunque hubo completa invasión de la afición rojiamarilla a la gramilla sintética, fue digno de reconocer que montaron la fiesta sin causar mayores problemas, al punto de que incluso los seguidores santistas ofrecieron aplausos como felicitación, que fueron respondidos por los campeones.

Con la gente en el campo, varios jugadores, entre ellos Cristian Montero, Óscar Rojas y Esteban Ramírez, fueron alzados en hombros como señal de victoria.

“Felicidades campeón, gracias por esta alegría”, fueron las palabras del niño Walter Reyes, de nueve años, al arquero Leonel Moreira cuando este se encontraba hincado sumido en llanto.

Hasta hubo tiempo para que el expresidente florense Aquil Alí se fundiera en un caluroso saludo con el vicepresidente y máximo dirigente actual, Mario Sotela.

El directivo herediano luego fue abucheado por la afición, aunque los jugadores lo respaldaron con un aplauso cuando subió a la tarima a recibir la medalla.

Emotivo. Para los jugadores este triunfo tiene muchos significados: para algunos es señal de revancha y para otros es un sueño conquistado después de tanto luchar.

“Se lo dedico a mi abuelo que esta en el cielo, a Lester Morgan, porque sé que allá arriba nos esta alentando; también a Dennis Marshall y a un gran presidente que tuvimos, don Isaac Sasso” manifestó el delantero Minor Díaz.

Por su parte, José Miguel Cubero dijo que para él conquistar el cetro fue como una revancha.

“Ya tenía tres finales perdidas (dos con Herediano y una con Puntarenas), entonces esto es una revancha para mí y para todo el grupo. Se lo agradezco a Dios y a toda la afición, esto va para ellos”, apuntó el volante de contención.

Con lágrimas en sus ojos, otro jugador florense, Yosimar Arias, aseguró que pudieron salir a flote pese a todos los obstáculos en estos seis meses.

“No se imagina la alegría inmensa en estos momentos, porque son muchos los problemas que he tenido en lo personal. Cuando pude ver aquí en la cancha a mi padre hasta lloré, porque sólo él conoce todas las cosas que he pasado”, aseveró el volante Arias.

Después de celebrar por varios minutos en el terreno de juego, los jugadores se dedicaron a recibir cada uno la medalla de campeón, que muchos, apenas la recibieron, festejaron dándole un beso.

El último en recibirla fue el capitán José Carlos Cancela, quien luego fue el encargado de alzar el trofeo y celebrar otra vez el título 22.

Esta vez las famosas camisetas “recicladas” con el número 22 en la espalda sí salieron a relucir, pero las portaban los jugadores.