Daniel Casas salvó el barco de Pérez Zeledón

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San Isidro del General. Ingresó al terreno a abrazar y a felicitar a cada uno de sus pupilos olvidándose de su gran mérito; Daniel Casas, pudo ser la virtud entre los pecados que tuvo Pérez Zeledón sentados en el banquillo.

Humilde pero directo, el entrenador uruguayo llegó para salvar del naufragio un barco que parecía no encontrar curso.

Sin embargo, ayer prefirió darle todo el mérito a sus muchachos, antes que a él mismo.

“Primero yo no sé que estoy haciendo yo acá, acá deberían estar los jugadores”, bromeó el charrúa mientras ingresaba a la conferencia de prensa luego de finalizado el partido.

Luego de intercambiar abrazos y frases con jugadores, Casas se sentó a desahogarse con la prensa y no de la mala manera.

Como todo un caballero, explicó lo duro que fue este torneo con Pérez Zeledón, a tal punto que no sabe si continuar la próxima campaña o irse de vacaciones al Mundial en Brasil o “donde sea”.

Método. El charrúa contó que en su equipo el esfuerzo no se negociaba y que todos, incluyendo las familias de los jugadores hicieron posible el objetivo de permanecer en Primera División

“Yo juego mucho con el tema familiar, ese aspecto anímico que genera eso fue un plus para nosotros”, contó el estratega.

También dijo que más de una vez se le fue la mano a la hora de hacer caer en cuentas a sus propios jugadores de lo que se jugaba.

“Si ustedes supieran como les grité en el descanso... Hasta me arrepiento de haberlo hecho”, añadió el uruguayo.

Sin duda alguna Casas llegó a cambiarle la cara a los guerreros del sur, quienes se vieron envueltos entre los pecados de los técnicos que estuvieron antes que él.

No dio nombres pero fue enfático en que se cometieron errores antes que no se pueden volver a comete y que, continúe él o no, con mucho gusto puede aconsejar al club para que no se vuelva a pecar.