Cartaginés se encomienda a “Ojitos” Meza

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En el mundo del fútbol, Enrique Meza Jr. es el hijo de su papá.

Nada en su corta hoja de vida como entrenador alimenta el lauro propio y toda referencia de él se liga, indefectiblemente, con su progenitor.

Jugó siete temporadas (2000-2007), fue asistente en Pachuca y Cruz Azul, dirigió el Sub-17 y Sub-20 de la “máquina cementera” y recaló entre nosotros como timonel del Santos.

¿Qué mueve, en realidad, a los dirigentes del Cartaginés a reparar en un entrenador como él, sin más recorrido en Primera que su efímera gestión al frente de los guapileños?

Meza debe tener presente que ninguno de sus antecesores terminó la gestión. Johnny Chaves, Javier Delgado y Mauricio Wright se fueron antes de que su contrato expirara.

No debería repetirse en errores, tendrá que vacunarse contra las caídas anímicas, apuntalar la moral e intentar jugar bien para ganarse a la grada rápido y evitar resistencias tempranas.

Si arranca al tope y liga tres o cuatro victorias en fila, soportará la presión temprana por el título, un grito postergado desde hace 74 años que alimenta fantasmas e induce a errores.

El azteca debe entender que dirige un equipo histórico, con una afición noble que renueva su fe torneo a torneo y en el que después de tantos años, en realidad, el título no apremia.

Le convendría armar un equipo sólido, que intente jugar bien, que nunca dé una pelota por perdida y que se gane el respeto en cualquier cancha. Esa sería la base del Cartaginés campeón a dos o tres años vista. No estará de más que hable con un historiador, una voz culta que le enseñe que la historia del país empezó en Cartago, que ni terremotos, inundaciones ni erupciones volcánicas pudieron con su gente, y que esa cuota de jerarquía y entereza hay que llevarla al fútbol.

Ojitos debe tenerse fe. Posee el mismo apellido del mejor futbolista en la historia del Cartaginés: el maestro Fello Meza.

A lo mejor, este es el hombre largamente esperado.