Armonía entre el Pato y Chunche se resquebrajó

Al parecer, López sintió que Montero lo desacreditaba ante el equipo. Además, uno quería a los ‘viejos’ y el otro, dar oportunidad a los jóvenes

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Aquel 21 de agosto cuando Alajuelense destituye a Benito Floro, Wílmer López fueconvocado a una reunión, en horas de la tarde, en el Estadio Alejandro Morera Soto.

Vestía camiseta informal, pantaloneta y tenis. Al entrar a las oficinas del club, el Pato se topa con la sorpresa de que la encerrona era seria y hasta ofreció disculpas por no ir con otro atuendo.

Ahí, Fernando Ocampo le pide que asuma las riendas de la Liga. Sin pensarlo mucho, López acepta. Tras dar el sí, venía su primera decisión: elegir a los asistentes.

López lanza dos nombres de inmediato: Jozef Miso y Mauricio Montero.

Debido a que la relación de Chunche con directivos anteriores estuvo marcada por episodios polémicos, incluyendo su salida como asistente por ventilar diferencias con el técnico anterior, le consultaron al Pato si estaba seguro.

López insistió en tener al exdefensa, por sus dotes en el trabajo defensivo.

Montero se encontraba entrenando a su equipo de liga menor en las canchas anexas a la gramilla híbrida y de pronto ahí recibió la visita de Wílmer y del jerarca con la noticia.

Las ironías de la vida... 71 días después se le comunica a Mauricio la decisión tomada el lunes: su salida del cuerpo técnico del primer equipo y el regreso al plantel U-17.

Para llegar a ese punto, no hubo ningún problema abiertamente. No existió un choque entre los ídolos, ni se dio una discusión, pero sí ocurrieron situaciones con las que el Pato no estaba cómodo. La armonía se rompió poco a poco.

Wílmer es más de apostar a los jóvenes, como el central Darío Alfaro y Jake Beckford, lo cual también va en la línea de lo que quiere la directiva.

Mientras que Chunche iba a muerte con los de colmillo, como Luis Miguel Valle y Cristopher Meneses.

El 1.° de octubre, cuando Alajuelense derrotó a Grecia en la casa eriza por 3-0, se presentó algo que inquietó al estratega y que empezó resquebrajar la relación técnico-asistente. Cuando los manudos van ganando el partido, Montero le dice a Wílmer que cambien de sistema y que ponga dos contenciones y un delantero.

López le responde que aún no, que deben seguir con el 4-1-3-2, pero luego del minuto de hidratación otorgado por Hugo Cruz, el técnico se percata de que sus hombres se pararon diferente.

Estaban con dos contenciones –como sugería Montero– así que le preguntó a uno de los futbolistas qué pasó; este le respondió que había sido una indicación de Montero. Ahí mismo modificó el esquema para volver al dibujo táctico que él había diseñado. Al final, todo quedó como un malentendido.

Para el 14 de octubre, cuando la Liga enfrentó a Carmelita (juego que a la postre perdería 1-3), López había dicho claramente en el camerino, antes del encuentro, que debían salir jugando con la bola desde atrás.

Y se sorprendió, porque antes del grito de guerra de los manudos, Chunche les comentó a los futbolistas que tenían que ganar, jugando como fuera.

“¡Láncela! !Guíndela! ¡Mándela!”, gritó Montero más de una vez durante el juego, contrario a lo que pretendía López, quien de regreso al camerino y con la derrota de 3 a 1 a cuestas, no escondió su enojo: “¡Aquí mando yo!”, les dijo a todos.

Con las órdenes invertidas, empezó a romperse la armonía.

Frente a Guadalupe, el 24 de octubre, juego que Alajuelense perdió (0-1) se dio otro pequeño desencuentro. La afición desesperada empezó a pedir cambios; entonces, Montero salió del banquillo y después de girar algunas indicaciones se volvió hacia López. Con un ademán de manos, que pudo verse claramente desde la gradería, le preguntó a López: ¿qué? ¿Va a hacer cambios?

El Pato le dijo qué por qué le echaba la gente encima.

Después de esos episodios, Montero terminó de perder el apoyo como asistente cuando tras el clásico tuvo un roce con un par de directivos. Ellos le cuestionaron por qué la defensa eriza comenzó a verse tan mal, después de que parecía que se habían tapado las grietas y les respondió molesto.

“¿Por qué me preguntan a mí...? A mí no me tienen que decir nada”.

Así, en la reunión del lunes cuando la junta directiva y López hablaban del futuro del equipo, de pronto se tocó el tema de Chunche. Wílmer expuso las diferencias de pensamiento en cuanto a los jugadores nuevos y viejos. Entonces, con la presencia de nueve directivos, la decisión fue unánime: Chunche volvería la U-17 y Cristian Oviedo es el nuevo asistente del Pato.