Con su uniforme rosa encendido, Alfonso Quesada cruzó el campo de área a área con una tarea específica: convertir en gol una pena máxima.
Apenas Henry Bejarano decretó la falta, todas las miradas del banquillo liguista se posaron sobre el guardameta, pero a unos metros de ahí, un personaje en particular lo miraba con atención: el técnico Hernán Torres, quien observaba el juego desde una vieja tarima del estadio Municipal.
Antes del juego, el propio Torres había girado la orden de que si había un segundo penal el encargado de lanzarlo sería el cuidapalos.
Quesada asumió la responsabilidad y con sangre fría cerró la tunda que la Liga le propinó a Pérez Zeledón (2-7).
“Ya habíamos hablado que el profe me iba a dar la oportunidad. Antes del partido sabíamos que el primero lo iba a cobrar Kenner y después yo”, contó el cancerbero.
El guardavallas calificó como “importante” su anotación ya que “no he venido jugando pero siempre me quedó practicando con mis compañeros. Y bueno, tengo la confianza de mi entrenador para hacerlo”.
Alfonso llegó ayer a tres conquistas en su carrera deportiva, dos de tiro libre y una de penal. Con la camiseta eriza acumula dos perforaciones y una la hizo con Universidad de Costa Rica.
Previo a su gol de ayer, la última vez que marcó fue en el 2009.
El arquero sustituyó a Patrick Pemberton, quien arrastraba una molestia sufrida en el juego que la Selección Mayor ganó el martes pasado en Panamá, según explicó Darío Sierra, asistente técnico de la Liga.
Sobre el rendimiento exhibido por Alajuelense, Quesada insistió es que es un paso firme pero no definitivo ya que las pruebas de fuego están por venir.
“Esto (la goleada) no vale hasta las instancias finales. Nosotros tenemos que ir paso a paso. Hemos hecho las cosas bien pero no hay que confiarse”, subrayó.