Alajuelense y Saprissa llegaron al Clásico a cuidarse y defender

Pocas opciones claras tuvieron los dos clubes que enfrentan en un Estadio Nacional con menos público del que se espera para uno de estos juegos

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Alajuelense y Saprissa decidieron jugar el Clásico al estilo "el que mete el gol gana", pero el tiempo se les vino encima sin que cayera la anotación y el pitazo final decidió que ambos se fueran a dormir a sus casas sin que hubiera un ganador. Un 0-0 demasiado calculado.

Durante la semana pasada se habló mucho de aquel 4-4 entre morados y rojinegros, pero los aficionados -no demasiados- que asistieron al Estadio Nacional se quedaron con las ganas de vivir la emoción de un gol, gracias a la buena labor defensiva de ambos clubes pero también al gran respeto que se mostraron.

Y es que por más bonita que fuera esa partida con ocho goles, esa no es la tónica reciente en este duelo. Los dos duelos anteriores se definieron por un único gol.

Durante los primeros 15 minutos fue Saprissa el que propuso un poco más y ahi llegó su opción más clara en ese período, cuando Jhonny Acosta rechazó mal, la pelota le quedó a Hanzell Arauz que remató pero Acosta enmendó su error al bloquear el disparo.

Hasta ahí llegó el ataque de los tibaseños que le cedieron el balón a los manudos y se replegaron. Pero Alajuelense nunca aprovechó y le faltó profundidad.

Allen Guevara fue invisible y Ortiz inexistente, pero ellos no fueron los culpables ya que no les dieron el espacio ni los pases necesarios para que brillarán.

La opción más clara para los manudos fue apenas se inició la segunda mitad. Un remate de Juan Gabriel Gúzman terminó en un tiro de esquina gracias a la oportuna intervención del arquero Luis Michel.

Después, se hizo un hoyo negro en el mediocampo que se llevó cualquier pase bueno, gambeta e intento de centro. No se hilaban tres pases y los tiros eran más un recurso de desesperación que una oportunidad.

Para mal de los espectadores el que más destacó fue el árbitro Hugo Cruz, por el juego brusco de ambos equipos que le dio el protagonismo al único hombre vestido de amarillo. A Cruz le gustó ser el actor principal y hasta se dio el lujo de discutir con los jugadores, en algunos casos se acercó hasta más de lo que pareciera apropiado para un referí.

¿Qué nos dejó este clásico? Cuatro amarillas para Alajuelense y cinco para el Saprissa, aficiones que reclamaron en exceso por las faltas y que nunca cantaron un gol.