Aficionado mostró las 525 camisas de Alajuelense que colecciona por pura pasión

“Podría asegurar que en Costa Rica, por lo que he visto, sí estoy en primer lugar en una colección de este tipo”, aseguró David Naranjo, ese ferviente seguidor de Alajuelense que ve sus 525 camisas de la Liga como un verdadero tesoro

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¿525 camisas de Liga Deportiva Alajuelense son suficientes? La respuesta resulta negativa para David Naranjo, quien añadió la prenda 12 de Joel Campbell a esa colección gigantesca de indumentarias rojinegras.

El amor por Alajuelense siempre lo ha tenido, pero esa pasión por guardar camisas de la Liga y cuidarlas como un verdadero tesoro empezó de manera oficial hace 25 años.

A través de la página electrónica del club, David Naranjo contó que la distancia nunca fue impedimento para ir a ver jugar a Alajuelense. Desde la Zona de los Santos, él viajaba siempre durante más de tres horas para trasladarse al Estadio Alejandro Morera Soto y seguir de cerca a la Liga con su familia.

Cuando tenía 15 años, esa pasión evolucionó a una colección de camisetas que hoy, 25 años después, suma un total de 525 casacas de Alajuelense.

La primera camisa que le compraron sus papás fue una de 1987, de Rodolfo Mills. Era una prenda a la que ellos le daba mucho valor y al ver que significaba tanto para ellos, optó por coleccionarla. Esa la tiene guardada desde hace más de 35 años.

“Hace aproximadamente cuatro años comencé en una comunidad de coleccionistas. Ahí conocí varias personas con la misma loquera de uno. Y sí he visto que algunos otros aficionados tienen bastante camisetas, que tienen coleccionas grandes, pero no tantas. Podría asegurar que en Costa Rica, por lo que he visto, sí estoy en primer lugar en una colección de este tipo”, relató David Naranjo.

De todas esas prendas, para él hay dos muy significativas, porque tiene una que usó Óscar Ramírez en ligas menores, por ahí de 1982. Los números son de cuero y las rayas son cocidas.

“Esa es la más vieja… son camisetas de otras épocas. También una de Omar Arroyo de la temporada 87-88, más o menos. Estas camisetas da la casualidad que son de punto, no de la tela que normalmente se usa para deporte. Es una tela muy diferente.

”Y la más consentida de todas es la de Fernando Sosa (qdDg) de 1992, cuando quedamos bicampeones ante Saprissa. Solo un patrocinador se usaba en esa época. Esa camiseta la mandé a traer desde Uruguay. La tenían en una subasta. Entré por Internet, estuve pujando en la subasta hasta que la gané”, recordó.

Esa camisa de Fernando Sosa sin duda que tiene historia y contó que el año pasado inclusive le ofrecieron $600 por ella. Cualquiera pensaría que una cifra así por una prenda no suena nada mal, pero en su caso no es así. Para él es un tesoro que no se compra con nada y lo mantendrá en su poder.

“Cada camiseta tiene una historia. Yo he llegado hasta negociar unos tres años por una camiseta. La veo y pido que me la vendan, pero la persona no quiere. Me pasó con una camiseta del Chuche, marca Atlética. A los dos años me dijo: ‘Bueno, consiga una de las nuevas más ¢15.000′, y finalmente me dio esa camiseta”.

También ha contactado jugadores y recordó una anécdota con Wílmer López y que ocurrió hace unos 12 año, cuando el Pato dirigía al alto rendimiento.

“Me dijo: ‘Lléguese al estadio y yo le traigo una’. Y efectivamente, ahí me tenía la camiseta y me la firmó. Puedo conocer ahorita unos 20 jugadores con los que he negociado. Es una relación un poco de aficionado, pero a ellos les gusta apoyarme porque dicen que yo las voy a cuidar mejor que ellos, entonces ellos también colaboran”.

Entre muchos coleccionistas hay algunos que como norma, solo cambian, no venden. Así que él tiene algunas estrategias, pensando en el momento cuando quiera alguna.

“Uno tiene que armarse, a veces me llega una camiseta que ya tengo pero pienso que voy a comprarla porque sé que otra persona no la tiene, y así obtengo la otra que necesito. Son trueques, son negociaciones. Hay personas que por ¢2.000, o por el costo del envío, no venden la camiseta”.

Pero ha visto programas de History Channel con métodos antiguos para negociar y ahí ha aprendido bastante.

“Me he topado gente en la calle y le digo: ‘Véndame esa ‘chema’ y me ven raro’. Así he logrado sumar unas diez camisetas. Cuando voy al estadio también voy pensando cuál camisa agarro. Porque cuando uno va al estadio, es cuando uno ve más diseños que no tiene”.

Otra estrategia la contó entre risas, pero la implementó para las últimas veces en las que fue la estadio.

“Me llevé una camiseta blanca y una camiseta más de la Liga, una adicional, por si la persona me dice que no le va quedar, o que no tiene otra prenda, para que no haya quite en la negociación”.

En esa colección de 525 camisas de Alajuelense que tiene en su poder, hay nombres y apellidos que se repiten bastante. De Bryan Ruiz colecciona unas 15, de Froylán Ledezma tiene unas siete, de Wílmer López cinco y de Harold Wallace dos, por citar algunas.

Las más recientes que tiene son las del torneo actual, pues completó el juego de las tres equipaciones y dos de portero.

“¡Me encantaron! Con esta indumentaria que sacaron, creo que son los mejores diseños de los últimos años. Me gustaron mucho las medidas y los conceptos de cada camiseta. La calidad muy buena y el enfoque de que todas vienen con un significado me pareció muy lindo”, expresó David Naranjo.

Lo que este coleccionista hace es que usa las del momento y conforme adquiere más prendas, las pasa de su guardarropas normal para añadirlas a ese museo de camisas. Y lo hace así, para evitar que sufran un accidente. Es una especie de prevención.

Uno de sus propósitos es conseguir camisas de las más antiguas. Su esperanza es algún día poderlas negociar.

“Conozco a algunos que tienen camisas de los cincuentas. De hecho tengo una anécdota con Floyd Daniels de hace unos quince años: conseguí el número de él y cuando lo llamé me dijo que había donado sus camisetas unos días antes para ayudarle a un muchacho de silla de ruedas. Pero ese hubiera sido como el Santo Grial, porque era del tricampeonato de los 50′s”.

Un par de personas le han dicho que le comprarían la colección fraccionada, pero no está pensando en venderla, porque forma parte de él.

“Yo le decía a un amigo que si me dan ¢15 millones y me compro un carro de ¢15 millones, solo voy a ser alguien más con un carro de ¢15 millones. Esto es diferente. Creo que voy a tener siempre esta colección”, concluyó David Naranjo.

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