A padres de talentos les prometen buen hogar y estudios para sus hijos

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Decirle a un muchacho de una zona alejada del Valle Central que tiene cualidades para llegar a Primera y que lo mejor es que se mude es metérselo a la bolsa.

Pero a quien realmente hay que convencer es a los padres.

Varios coordinadores de liga menor y gerentes deportivos explicaron que para traerse un futbolista de lejos ya no solo se trata de prometer mejores condiciones para patear la pelota.

En estos tiempos es a las familias a las que hay que ofrecerles condiciones sociales y académicas que le garanticen a sus hijos no quedar desamparados si el fútbol no resulta la vía al éxito.

“La experiencia me deja varias cosas: no traer menores de 15 años y siempre intentar que se queden con un familiar. Si no se puede, en Saprissa se garantiza un hogar adoptivo en el que sea tratado como un miembro más y también garantiza que estudie”, adujo el morado Gerardo Puro Ureña.

“De hecho ahora queremos usar un sistema de tarjetas. Si sale mal en un examen, es roja y no juega el fin de semana”, dijo.

“Para hospedar jóvenes a la Liga siempre le han ayudado familias muy allegadas a la institución, personas que sabemos que son de muchos valores. De hecho, yo tuve por un año a Patrick Pemberton y luego a Alfonso Quesada”, dijo el manudo Enrique Quique Vásquez.

“La educación ahora es fundamental para los padres. Ya yo ni siquiera trato de fichar a quien esté cerca de sacar su bachillerato. ¿Qué pasa si por el fútbol no lo puede sacar? ¿Con qué cara los vuelvo a ver?”, expuso Vásquez.

“Primero se debe hacer un perfil sociológico. Con quién vive, dónde vive, si tiene papá y mamá.... A partir de ahí se ubica al muchacho con una familia y se matricula en un colegio. Hasta se les ayuda con un plan de estudios”, dijo el florense Jafet Soto.

La otra ayuda que se les da son los viáticos, pues el dinero para la manutención la manejan las familias adoptivas, no el jugador.