Robben rompe por fin maleficio que lo seguía

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Londres. EFE y AP Su historial de títulos era amplio en cuanto a competiciones domésticas, pero le faltaba la gran rúbrica, la que se le había resistido, sin ir más lejos, en el Allianz Arena el pasado año frente al Chelsea en la final de la Liga de Campeones o en el Soccer City de Johannesburgo de la final del Mundial 2010 ante España.

Arjen Robben por fin encontró la gloria que le había sido esquiva en momentos tan importantes y tan significados para la carrera.

Incluso, Arjen fue elegido el “jugador del partido” por la UEFA y recibió el premio de manos del ex entrenador del Manchester United, Sir Alex Ferguson.

“Eran tres finales perdidas y no quieres que te etiqueten como un perdedor”, dijo Robben tras reconocer su alivio por el triunfo.

El futbol le concedió una nueva oportunidad y en esta ocasión la aprovechó. Y eso que en la final ante el Borussia Dortmund parecía que la historia se iba a repetir.

Tuvo un par de opciones clarísimas de gol y las malogró. El muro se volvía a elevar delante de su pierna zurda. Para su fortuna y la de su equipo encontró en el minutos 89 un balón que esta vez sí no desaprovechó para darle la victoria al Bayern 2-1 y coronarse como el gran artífice del quinto cetro continental del campeón bávaro.

Atrás quedaba la pasada final en la que malogró un penal en la prórroga cometido por Didier Drogba sobre el francés Frank Ribéry que Peter Cech detuvo.

O incluso la de 2010 cuando sucumbió con el Bayern frente al Inter de Jose Mourinho, con el que había triunfado en el Chelsea en el plano doméstico.

La pasada temporada incluso tuvo antes otra pena máxima ante el propio Dortmund que le podía haber permitido al Bayern haberse hecho con la Bundesliga, pero Robben también la malogró.

Ese 2010 será imborrable para el zurdo holandés, porque en sus botas tuvo el título mundial. En cambio se encontró con el muro de su excompañero en el Real Madrid, Iker Casillas. Su falta de acierto y la agilidad del guardameta le arrebató la gloria en el estadio Soccer City y coronó a España con el tanto de Andrés Iniesta en la prórroga.

Nunca cayó. La carrera de Robben parecía más marcada por sinsabores que por triunfos. Era un jugador que prometía mucho cuando comenzó en el Groningen y el PSV Eindhoven, aunque encontró destellos de éxito en el Chelsea inglés e incluso en el Real Madrid.

Pese a su calidad, a su gran zurda, a su habilidad, no encontró la continuidad necesaria ni en el propio Chelsea ni luego en el Real Madrid, y pareció acostumbrarse a ser un trotamundos más hasta que se marchó al Bayern Múnich, en el que lleva ya cuatro temporadas.

Pero realmente hasta que en el minuto 89 de la final de Wembley no acertó a batir a Roman Weidenfeller no se puede decir que Robben encontrarse la gloria.

Su remate suave puso fin a lo que parecía un maleficio personal y rubricó una carrera con sombras sin embargo exitosa con títulos en Holanda con el PSV, en Inglaterra con el Chelsea, en España con el Real Madrid y en Alemania en las filas del Bayern Múnich.

“En el último minuto, me anticipé bien. Había fallado dos veces, pero pude mantener la calma. Esto es algo inmenso. Aún no lo asimilo, son tantas emociones”, explicó.

La trascendencia y la importancia de ese gol que consiguió ayer en el mítico estadio Wembley, de este triunfo, es indudablemente incalculable y sitúan, hoy por hoy, a Robben, en el centro de la gloria.