Pelea Mancini-Tevez era, al final, un acto más en el circo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

AP. Quizás Carlos Tevez debería haber aprendido inglés en los más de cinco años que lleva viviendo entre Londres y Manchester.

Así, el argentino podría haber contado su versión de la historia a los hinchas de Manchester City hace cinco meses, en lugar de hacerlo ahora cuando es más difícil que le crean.

Quizás nos podría haber evitado el gran escándalo que comenzó esa noche bávara de septiembre en que, cruzado de brazos como un niño malhumorado, se negó a calentar para entrar a remontar un 0-2 ante el Bayern Munich.

El lunes, Tevez dijo a Fox Sports en Argentina que lo que pasó fue que ya había calentado dos veces esa noche y estaba listo para entrar. Y que su técnico Roberto Mancini, en medio de una discusión con insultos en bosnio e italiano con el delantero Edin Dzeko, lo mandó a trotar una vez más de mala manera, diciéndole barbaridades.

“Gira la cabeza y me ve a mí, sentado. Entonces, imagínate, el técnico caliente, me manda como a un perro a calentar, a seguir calentando”, dijo Tevez. “Cuando me habló mal y me dijo mal las cosas, que vaya a calentar, yo le dije que no, que no iba a volver a calentar, que yo ya estaba caliente para entrar”.

La versión de Tevez difiere de la que dio Mancini en Munich, al decir que el delantero no quiso jugar. Pero fue la del técnico la que quedó como la historia aceptada. El City y su técnico le ganaron al argentino la guerra de las relaciones públicas, por lo menos en inglés.

Más allá de eso, si la versión de Tevez es cierta, arruinará el único aspecto positivo que tenía este conflicto ridículo entre millonarios.

Cuando Mancini se puso severo desde el principio, juró y perjuró que Tevez nunca más jugaría en el City, parecía el héroe de un spaghetti western, el último hombre del mercantilizado mundo del fútbol dispuesto a defender sus principios hasta el final, por más que se perjudicara a sí mismo al hacerlo.

“Si logro lo que quiero, él se irá del club”, dijo el italiano la noche del partido.

Ahora que a Dzeko se le secó la pólvora y que Mario Balotelli está apenas por regresar de una suspensión, al City por momentos le cuesta hacer goles, justo cuando llega la recta final de la liga Premier, la parte de la temporada donde sale a relucir el temple de los campeones.

Mancini sabe que Alex Ferguson y el Manchester United han sobrellevado este tramo con éxito 12 veces en las últimas dos décadas y necesita toda la artillería a la que pueda echar mano para sostener durante 13 fechas su ventaja flaca de dos puntos en la cima de la tabla.

La redención de Tevez con su primer gol de la temporada _y hasta con un posible gesto de reconciliación hacia los hinchas celestes_ sería el golpe de efecto justo para apuntalar a un plantel ciudadano que tiene muchas figuras, pero sólo tres campeones de la Premier además del argentino: Kolo Touré, Gael Clichy y Owen Hargreaves.

Mancini llegó al City en diciembre de 2009 y, con un presupuesto gigantesco a su disposición, se dio todos los gustos a la hora de comprar. Tras ganar la Copa de la FA pasada, el primer título del club en 35 años, ahora debe llevarse la liga si no quiere ver su continuidad puesta en duda.

Por eso, según parece, los principios del Sheriff Mancini están a punto de quedar guardados en un cajón. Y, de aquí en adelante, habremos de tomar sus amenazas con una fuerte dosis de escepticismo.

Si no hay un nuevo choque de egos este martes en el complejo de entrenamientos de Carrington, los sucesos de las últimas horas parecen indicar que el guión está escrito para que el conflicto se resuelva de la manera más conveniente para todos los involucrados. Tevez vuelve, ayuda a Mancini a salir campeón y el City vende al argentino sin descuentos al final de la temporada.

Al final, antes que una cuestión de principios, la pelea Mancini-Tevez era un número circense más en esta gigantesca industria del entretenimiento que llamamos fútbol.