Paraguay cruza la barrera tras un partido horrible

3Guaraníes tuvieron mejor puntería en penales luego de 120 minutos deslucidos ante un tímido Japón

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Pretoria. Paraguay tuvo que recorrer toda la distancia para superar a los samuráis japoneses. Fue solo con el estrecho margen de los lanzamientos de penal que los guaraníes superaron la alambrada rumbo a cuartos de final.

El partido estuvo horrible, hay que decirlo. Hasta para el mediocre estándar que fija este Mundial los 120 minutos resultaron descoloridos, sin vida. Hubo que esperar a los penales para que ocurriera algo emocionante; a algunos aficionados fue necesario despertarlos para que no se perdieran el cierre.

Paraguay controló más la pelota, pero ya se sabe que este deporte no es un ejercicio de posesión, de la misma forma que monopolizar el uso de la palabra no significa tener la razón. Los guaraníes intentaron causar daño con Cristian Riveros y Roque Santa Cruz, encargados de abrir los candados.

Japón entró gobernado por el miedo. Tal vez vieron mal el calendario y pensaron que los tocó Brasil o Argentina, pues tomaron excesivas precauciones ante un rival que no era muy superior.

En vez de crear, se replegaron; en lugar de explotar su velocidad de rayo , instalaron un refugio y cedieron la iniciativa.

Eso explica en parte por qué el juego fue tan malo: uno de los dos entró a especular, a esperar que anunciaran los números de la lotería. Vaya desperdicio, porque los nipones tenían recursos como para plantear un partido más digno.

Trabado. Riveros nunca le tomó el gusto al encuentro; qué problema, siempre tuvo encima a Daisuke Matsui, un eficiente mediocampista con vocación de policía.

Renco de un pie, el ataque guaraní tropezó cada vez que quiso aproximarse a las inmediaciones del guardameta Kawashima.

Por ello resulta incomprensible la medrosa postura de los japoneses: tenían su rival sometido, era cuestión de animarse al abordaje.

Los asiáticos solo abandonaron la madriguera en el tiempo de reposición, cuando los penales eran inminentes. Pusieron en aprietos a la zaga paraguaya en tres avances. Demasiado tarde, habían perdido más de 100 minutos.

En los remates desde el manchón blanco, Paraguay tuvo puntería perfecta y Yuichi Komano fue el villano del día, al enviar su misil directo al travesaño. Japón no debe lamentar ese cobro errado, sino la postura conservadora de las dos horas anteriores.

Fue un equipo de guerreros sin lanza, con la peor hoja de ruta que pudieron haber diseñado.

Paraguay cruza hasta territorio seguro, sin brillo, pero con eficiencia. Eso es lo que exige un Mundial, especialmente cuando llega la etapa de eliminación directa. Los guaraníes deberán afinar, pues la armada española no los tratará con la misma consideración.

Fue un partido horrible, de los peores que ha obsequiado la cita sudafricana; de no ser por los penales, a estas horas nadie sabría que ayer hubo un juego en Pretoria.