Las danzas zulúes y el futbol tomaron la bella Pretoria

3Bailes tradicionales, banderas gigantes, vuvuzelas y mucho sabor calentaron el Uruguay-Sudáfrica

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Pretoria Un pequeño grupo de bailarines descamisados se tiró a la mitad de la calle. Ofrecieron una exhibición de danzas zulúes, mientras los aficionados uruguayos se rompían las manos aplaudiendo.

La coreografía resultó corta, pero agradable: siempre motiva ver un poco de cultura popular.

Estos bailes, a solo unos metros de la entrada al estadio de Pretoria, dieron la bienvenida a esta ciudad ubicada a solo una hora en automóvil de Johannesburgo.

Es la capital administrativa del país, pues ahí se ubica el poder ejecutivo. Dentro de la complicada estructura del estado sudafricano, también hay una capital legislativa (Ciudad del Cabo, al sur) y otra judicial (Bloemfontein, al centro). Johannesburgo es la principal urbe, pero ahí no está ninguna capital.

Los pretorianos viven sin tanto apuro citadino como en Johannesburgo. También es un centro universitario, lo cual le da aire de academia y reflexión.

Sin embargo, el futbol tomó sus calles por estos días. El ejército de vuvuzelas apareció desde bien temprano para animar el compromiso de Uruguay-Sudáfrica: son esas cornetas enormes y ruidosas que se clavan en los tímpanos con un zumbido permanente. De hecho ya aparecieron los vendedores de tapones para los oídos, que ofrecen el alivio por solo 10 rand (unos ¢750).

Optimismo. “Vamos a ganar. Sudáfrica va a ganar”, repitió muy confiado Vusi Shabangu, aficionado local, cuando La Nación lo abordó antes del partido. Hacía una tarde magnífica, aunque ya se sabe que en esta parte del continente el sol de invierno casi no calienta, solo adorna.

Vusi compró sus entradas por Internet, durante la oleada de ventas que lanzó la FIFA hace dos semanas, para garantizarse que los estadios estuvieran llenos. Aún así, las graderías han tenido claros en estos primeros partidos.

Pagó unos $150 (cerca de ¢82.000) por una buena ubicación dentro del estadio Loftus Versfeld; resulta obvio que Vusi no es uno de los millones de sudafricanos que viven en pobreza y que deberán ver los partidos por televisión.

“Esta es una ciudad bonita. Hay delincuencia, como en todo lado, ¿pero en cuál país no pasa lo mismo?”, se preguntó Simon Malahlela, otro de los entusiastas seguidores de los Bafana Bafana.

Mientras los aficionados locales tomaban posición, un contingente de uruguayos intentó meter algo de pasión suramericana. Apareció una bandera gigante, con los colores celeste y blanco, que sirvió como punto de encuentro para convocar a todos los orientales.

Otro grupo alistaba la parrilla para asar carne antes del partido. Obviamente con cervezas en la mano, pero con actitud amigable, sin ánimo de echar a perder la fiesta.

A una cuadra del estadio, los bailarines zulúes continuaban con su demostración. Muy cerca, unos niños empezaban a probar con la vuvuzela; era futbol en su estado óptimo, de fiesta y cultura.