La Sele sacó otro triunfo que no da para celebrar

Tricolor volvió a ser amo y señor de la pelota, pero todavía le falta el puntillazo final

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Costa Rica derrotó anoche a Nicaragua en otro triunfo que la ambición, la historia y un sentido de superioridad quizás ya equivocado no dejan saborear a placer.

Fue un 2-0 que clasificó a la Tricolor a las semifinales de la Copa Centroamericana y a la Copa Oro de julio (hechos nada despreciables), pero que otra vez se queda muy corto a lo que se vio en la cancha del Estadio Nacional.

La Sele arrancó el juego justo como debía haberlo hecho ante Belice en el 1-0 del viernes pasado: causando daño rápido.

El gol de Cristhian Lagos al 7’ encaminó el duelo, le bajó el ímpetu a los nicaraguenses y le apagó a la afición las ganas que extrañamente trae de silbar a esta Copa.

Fue un tanto cargado de esperanza, puesto que daba para pensar en celebrar una goleada que todos los ticos tienen guardada desde hace algunos días.

La anotación vino de una jugada que salió perfecta, de esas que a los técnicos los hinchan de orgullo, pues hace ver su trabajo en acción.

El mediocampista Celso Borges, en plena lucha por tener más protagonismo en el “verdadero” equipo tico (el de la eliminatoria), lanzó un balonazo adentro del área, el cual se fue hasta el segundo palo.

Ahí recibió Randall Brenes, con los mismos planes de Borges, devolvió la pelota al primer poste con un cabezazo lleno de viveza; apenas para que el cada vez más reconocido “CL” hiciera lo que mejor sabe: sacudir las redes.

Para atrás. No obstante, los nicaraguenses se dieron cuenta de que era mejor evitar una goleada e intentar clasificarse en el crucial partido que tendrán contra Belice en la última fecha de la primer fase, que intentar lucharle a la Tricolor.

Los pinoleros sumaron siete, ocho y a veces hasta nueve hombres en su propia área. En la tica, uno, y no siempre.

La mayor prueba la dicen sus estadísticas ofensivas, las cuales estuvieron en blanco hasta bien entrado el segundo tiempo, cuando se anotaron un par de remates.

Todo se complicó, pues hizo brotar de nuevo el problema que de verdad debería preocupar a la Sele. El mismo que se vio en el compromiso contra los beliceños.

No es la tenencia de la pelota, ni los movimientos tácticos. Todo eso se hace bastante bien.

Dificultades. Las penurias llegan en el último pase, ese que deje al delantero con claridad para marcar. Y las pocas que salen no se anotan.

Para analizar esta situación hay que jugar de abogado del diablo.

Hay que ser pacientes y comprensivos, dado que estos futbolistas no tienen mucho trabajando juntos. Para que un equipo se acople y tenga la facilidad de romper estos gruesos cerrojos defensivos, se necesita espacio y tiempo.

Pero también hay que ser exigentes, puesto que los dos rivales que tuvo Costa Rica hasta el momento en el certamen no son para estar mirando el reloj y esperando que un contragolpe convierta el partido en algo para avergonzarse.

Por suerte, luego de un eterno monólogo tico que rayó en la desesperación e incredulidad por los errores en ese último cuarto de cancha, cayó el segundo y definitivo.

Al 86’, la cabeza de Borges puso el 2-0 en la pizarra, tras un tiro de esquina de Ariel Rodríguez.

Se maquilló el marcador y se le dio un respiro al equipo para alistar el juego ante Guatemala de mañana, día en que ojalá se cumpla esa ilusión tica de ver el marcador moverse a toda máquina.