La figura del técnico Ricardo La Volpe es grande en Centroamérica.
Esta afirmación no proviene de una visión nacionalista, vinculada al hecho de que el argentino dirige a nuestra Selección.
Surge de la percepción que el resto de países del Istmo muestra respecto al estratega. Están impresionados.
Ayer, en los principales diarios panameños, se informó con grandes titulares sobre el arribo de La Volpe y no sobre la llegada de la Tricolor.
Con bombos y platillos, se anunció que venía el técnico amante de la polémica, el del carácter volátil. Durante el día, con el entrenador ya instalado en suelo canalero, televisoras y estaciones radiales mantuvieron la misma línea.
Del equipo en sí se dijo muy poco. La escasa experiencia de la mayoría, convirtió a los jugadores costarricenses en los “acompañantes”, en la escolta anónima del sudamericano.
Consultado sobre el tema, el timonel únicamente repitió lo que ha dicho antes: que su cartel se lo hoy ganado con los años, pero que este no juega futbol.
Había que ver el rostro de algunos jóvenes futbolistas salvadoreños, quienes entrenaron ayer después de Costa Rica en el estadio Javier Cruz, cuando le pasaron a la par al timonel.
Producto. El entrenador de la Selección debe saber que ahora él es un producto de la Federación Costarricense.
Seguramente lo sabe y lo entiende bien.
Tener a La Volpe en el banquillo vende. Y en este momento, con cierta escasez de figuras internacionales, puede ser una de nuestras principales caras hacia el futbol extranjero.
Pero, en el juego también deben participar los dirigentes.
Para conseguir fogueos de un alto nivel , sin duda hay que utilizar el buen cartel del técnico argentino.
Lógicamente, su imagen seguirá vigente solo si la Tricolor arranca una senda triunfalista, pero hoy, aquí en Panamá, por sí solo, La Volpe es la máxima figura del equipo.
Ojalá, apelando al trillado argot de los jugadores, “lo pueda demostrar en los partidos”.