La columna de Barraza

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Buenos Aires

No tengo edad ... / ni porvenir .../ y ser feliz es mi color .../ de identidad ...” ¿Quién no la tarareó ... Quién no la silbó ...? ¿A quién no se le pegó alguna de sus reflexiones profundas ...? ¿Quién no soñó encarnarlo dando vuelta al mundo con una guitarra, viviendo, cantando, respirando vientos distintos, recibiendo besos nuevos ...?

Nunca tan cruel bala se llevó en Guatemala a Facundo Cabral. La Copa América también está de duelo. La pelota, triste; la bandera del futbol, a media asta, la de la vida también, Facundo fue un homenaje a la existencia, a la poesía, a la bohemia, al arte, a la paz, al humor, al amor. “El secreto de la vida es vivirla”, decía. “Estoy en Buenos Aires, levanto mi bastón para pedir un taxi, para una señora y me dice: no soy taxista, pero lo llevo a donde vaya. O subo a un taxi, no me cobra y me canta una canción de hace cuarenta años. La vida es un regalo para mí”, decía el trovador, el trotamundos, el hombre que fue muy pobre y luego riquísimo en experiencias, viajes, amigos, vivencias e ideas. El que materializó todo lo que soñamos y no nos atrevemos.

Hizo un dúo memorable con Alberto Cortez, otro crack del pensamiento y del decir. Juntos crearon “Lo Cortez no quita lo Cabral”, demasiado talento junto.

Decir que era platense es un mero dato biográfico. Su lugar era más ancho que los mares. Pero volvía. Amaba Mar del Plata, acaso su punto de partida. “Una vez pasé por el Hermitage (Nota del Autor: un hotel muy lujoso) y pedí trabajo, como llevaba una guitarra el señor que me atendió pensó que era músico. Qué suerte, me dijo. Nos faltó un músico, está enfermo. Usted puede reemplazarlo. Yo no sabía qué decirle. Me dieron una habitación. Si quiere comida, pida a tal número ... Imaginate, ¡yo en un cuarto del Hermitage ...! Me encerré en la habitación comí tres o cuatro veces, me bañé. Dije: ‘Antes que me echen por lo menos me voy limpio y comido’. Pero luego me llevaron a un escenario con la guitarra. Dije: ‘No sé muy bien por qué estoy acá, pero acaso ustedes tampoco saben qué están haciendo en este mundo’. Cayó bien. Y así empecé ...”

Luego los decires, los cantares, los vivires ... Facundo Cabral era hincha de futbol por extensión. Por la ilusión, por la fe, por la alegría que el futbol genera. Vaya el mínimo homenaje de estas líneas.

aConfirma Perú. Que será duro adversario en la Eliminatoria. Que Sergio Markarián le cambió el semblante al futbol peruano. Le dio orden y fe. Y empezó a conseguir resultados. Ya está casi clasificado a cuartos. Rescatar a un futbol hundido desde hace décadas, pero más que eso desencantado, es una obra redentora, encomiable.

aReafirma Chile. La buena actuación frente a México no tuvo que ver con lo juvenil del equipo azteca sino con el buen momento de Chile. Lo ratificó ante Uruguay. Fue por méritos propios y no debilidades ajenas. La Roja estará otra vez en la línea de vanguardia en los próximos cuatro años de Suramérica. Borghi no le quitó nada de Bielsa. Ataca Chile, quiere, busca, persigue. No espera a ver qué acontece.

aPartidazo I. El de Chile y Uruguay. Ida y vuelta, los dos se torearon, dejaron el alma en cada acción. Hubo roces de más, pero en todo caso fue por la alta tensión que ambos le confirieron al juego.

aNo guerrea, juega. Qué alegría ver de nuevo en el ruedo a Paolo Guerrero. El peruano es la antípoda de su apellido: un crack elegante con la bola. Es una delicia verlo moverse en ataque, aún en desventaja numérica. Él es la comprobación de que vale más maña que fuerza, que la técnica, la calidad y la inteligencia son los valores más preciados de este juego.

a“Somos locales otra vez ...”. Impresionante marco le dieron al estadio Malvinas Argentinas de Mendoza los 30.000 chilenos que cruzaron la Cordillera para alentar a La Roja frente a Uruguay. El subsecretario de Deportes de Chile, Gabriel Ruiz Tagle, fue uno de ellos. "Es unas de las cosas más bonitas de este evento”, dijo. “Hemos agregado una localía nueva a Chile, que es Mendoza. Así que estamos jugando de locales. No se notaba que estábamos en otro país”. En el paso de los Andes hubo hasta 23 kilómetros de fila de autos, para llegar hasta “la tierra del sol y del buen vino”.

aPartidazo II. El 2-2 de Brasil y Paraguay. Los guaraníes son siempre un equipo incómodo, incluso para la verdeamarilla. Sin figuras como las que tienen otras selecciones, Gerardo Martino ha hecho de la Albirroja una escuadra confiable, rendidora, competitiva, difícil para todos. Un magnífico trabajo, como el de La Volpe en Costa Rica en muy poco tiempo.

aObligado. A ganarle a Ecuador. Así quedó Brasil después de sus empates. Un equipo normalito el de Mano Menezes. Sin cambio de ritmo, sin aceleración en tres cuartos de cancha, Brasil no hace pesar la potencia de su gente de ataque. Todo muy acompasado, fácil de desarmar para los rivales. ¿Neymar'? En dos partidos no dejó una maniobra diferente, algo que lo defina como jugador de élite.

aImponente. El estadio Mario Alberto Kempes, de Córdoba. Escenario de alto nivel, con gran capacidad: 57.000 espectadores. Y con nombre de lujo' Lleno total en el entretenido Brasil 2 - Paraguay 2 de la reinauguración.

aLa estrella. El público, hasta ahora, lo mejor de la Copa, lejos. Con frío glacial, colmó las canchas en casi todos los partidos.