¿Habrá cambiado el eje del futbol?

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Buenos Aires

Ante todo, las palabras de Xavi: “Ellos son muy fuertes físicamente, mejores que nosotros, han defendido muy bien y han sido superiores. Y pues... nada, felicitarles, han sido mejores. Nosotros hemos tenido un partido flojo y eso en la Champions lo pagas. Es un resultado pésimo, el peor, pero trataremos de hacer el milagro, por orgullo, porque somos el Barcelona, por el escudo...”.

Apenas minutos después de la estrepitosa goleada inferida por el Bayern Múnich al Barcelona y, en la antípoda de la soberbia, con una humildad y un deportivismo impresionantes, se detuvo ante la prensa y atendió a todos.

No se ofuscó ni pateó micrófonos ni culpó al árbitro por los dos goles en los que hubo falta ni por otro en fuera de juego. Reconoció la calidad del rival.

Xavi Hernández es simplemente el deporte. En el campo deja hasta la última gota de sudor, de inteligencia, de señorío y de clase. Afuera da estas cátedras de hidalguía, de honestidad.

¿Cambia el eje? Alemania entera festeja lo que ellos denominaron “El 8-1”. Los hasta el miércoles considerados dos mejores equipos del mundo (Barcelona y Real Madrid) recibieron una tunda global por ese marcador. ¿Siguen siendo los mejores? Semejante guarismo y tal demostración futbolística habilitan a decir que no. Más allá de que alguno de los españoles consiga la hazaña de la remontada, pareciera que el eje del futbol mundial se desplaza hacia Alemania. Lo dicen sus clubes y también su selección.

Ambos están fuertes, en el juego, económicamente, y también en cuanto a motivación. Hay un relanzamiento del futbol alemán como superpotencia.

Es el país más poderoso de la Eurozona, la locomotora que tira de los demás vagones, son líderes en organización y mercadeo, con un futbol históricamente fuerte.

¿Por qué dejar que España o Inglaterra sean las ligas estrellas...? ¿Por qué la Bundesliga debe ser un producto de clase “B” cuando tiene todo para ser “A-A”...? Se lo preguntaron.

Y el primero en responder ha sido el buque insignia: Bayern Múnich. Conformó una constelación con 19 internacionales: ocho por Alemania (Neuer, Schweinsteiger, Lahm, Kroos, Boateng, Thomas Muller, Badstuber, Mario Gómez), dos por Brasil (Dante y Rafinha), y uno cada uno por Holanda (Robben), Francia (Ribery), España (Javi Martínez), Suiza, (Shaqiri), Austria (Álaba), Ucrania (Tymoshchuck), Bélgica (Van Buyten), Perú (Pizarro), Croacia (Mandzukic).

Se impuso una superagresiva política de fichajes. Pagó 40 millones de euros al Bilbao por Javi Martínez y, se supone, una cifra similar al Wolfsburgo por Mandzukic (figura en su primera temporada bávara). Hizo un gran desembolso por la joven joya suiza de origen albanés Xherdan Shaqiri.

Neuer costó 18 millones de euros. Y acaba de oficializar el alta de la nueva superfigura germana, Mario Gotze, del Borussia Dortmund, por 37 millones de euros. Con él serán 20 los seleccionados nacionales del Bayern.

Y tienen asegurado a Pep Guardiola. Hasta se rumora que irían por Lewandowski, el polaco del cuatriplete al Madrid. Salvo Messi o Cristiano, quieren lo mejor, al precio que cueste.

Meses atrás, cuando el técnico catalán firmó para el Bayern, muchos aventuraron que tal vez no pudiera armar otra maquinaria como la del Barcelona “porque no tendría la misma calidad de jugadores”. Está visto que, excepto por Messi, tiene un plantel muy superior al azulgrana.

El Borussia y otros clubes se muestran más conservadores, aunque parecen enrolados también en la idea de trascender y posicionar a la Bundesliga como número uno. Sin duda es una movida que tonifica al futbol.

Siempre que aparece un nuevo jugador la mesa se prestigia. Los alemanes se demoraron en decidirse a ser líderes de nuevo, como en los 70, cuando Gerd Muller y Franz Beckenbauer pisaban el césped y retumbaba en toda Europa.

Desde ya, este cronista trasladará sus banderas a las tribunas adonde juegue el Bayern. Siempre que Guardiola conduzca un equipo, nos adheriremos a él, pues no se trata de colores, sino de valores.

Remontar un 0-4 ante una fuerza arrasadora como este Bayern parece de ciencia ficción. Barcelona lo intentará como siempre, con su estilo y con Messi.

Receta del Madrid. Lo del Madrid es menos grave. Tiene que hacer tres goles y no recibir ninguno. Seguro apelará a su receta: el “miedo escénico”.

Comentaba que el Barcelona aplastó recientemente al Milan 4 a 0 en el Camp Nou, pero lo hizo a su modo, jugando con toques sutiles y goles bonitos. “¡Qué distinto a aquellas remontadas del Madrid de la Quinta (del Buitre, por Butragueño), construidas desde el ruido y la furia!

”Era una estrategia para inflamar al público e intimidar al rival: los tres primeros balones, remates a puerta, bien o mal dirigidos; los tres primeros balones que cogiera el rival, falta dura; la primera falta del rival, cinco a apabullarle y cinco a presionar al árbitro...

”Eso paralizaba a los rivales desde lo que Valdano describió con la expresión ‘miedo escénico’. Eran remontadas tremendas, de belleza salvaje, conseguidas desde el fragor”, describe Relaño.

¡Si habrá ganado partidos el Madrid gracias al miedo escénico! El problema es que a estos alemanes no se les mueve un pelo.