Un emergente arribó al F. C. Barcelona para sustituir a Tito Vilanova, quien prefirió dedicarse por completo a la lucha contra su cáncer.
El elegido nunca había “cruzado el charco” para tener una experiencia en el banquillo de algún club del continente europeo.
Sin embargo, el campeón de España vio en Gerardo Martino el hombre ideal para continuar la idea de juego que implantó durante los últimos cinco años.
No había un extenso plazo para tomar la decisión, así que los azulgranas confiaron en el argentino por las exitosas campañas que desarrolló en sus gestiones previas.
En Paraguay se cansó de ganar torneos locales con Libertad y Cerro Porteño, lo que le valió para ser seleccionador guaraní.
Con la Albirroja llegó a los cuartos de final del Mundial Sudáfrica 2010, donde cayó eliminada por penales ante el España.
En la Copa América 2011 perdió la final y decidió renunciar, pues sus figuras ya estaban en declive (actualmente son coleros en la eliminatoria, lejos de Brasil).
Martino volvió a Newell's Old Boys, donde fue jugador, para salvarlo del descenso, pero su cosecha fue mucho más productiva (campeón en el Torneo Final 2013 y llegó a las semifinales de la Copa Libertadores). Aun así, partió.
El Tata sabía que esta era la oportunidad ideal para escapar.