Varsovia. AFP Aunque Alemania progresó desde el 2006 con Joachim Löw como técnico, su derrota de antier ante Italia (2-1) marca un punto y aparte.
Esta caída en semifinales no tiene nada de vergonzoso para la Mannschaft , pero el equipo lleva ya muchos años en un “casi”, sin ganar un trofeo.
Fue semifinalista en los Mundiales de 2006 y 2010, y cayó en la final de la Eurocopa 2008.
Había llegado al torneo continental polaco-ucraniano con un único objetivo, el título, y una racha de 15 partidos oficiales ganados consecutivamente.
Löw hizo apuestas arriesgadas pero ganadoras. Afirmaba tener 23 jugadores muy fuertes y casi intercambiables: adivinar su once era misión casi imposible.
La sorpresa del jueves –poner a Toni Kroos en lugar de Reus y volver a contar con Gómez en punta y Podolski en la banda izquierda– fue desastrosa.
Lo peor de esta caída fue la traición a principios repetidos desde hace semanas y que dañan la credibilidad del seleccionador: ¿cuántas veces insistió con que su equipo desarrollaba su juego sin tener en cuenta el del adversario?
Antes del partido ante Italia ya aseguró que se adaptaría con un plan “anti-Pirlo”.
Löw remodeló fondo y forma del juego del equipo: lo hizo más ofensivo y más técnico.
Sin embargo, la historia solo recuerda los títulos. “Si no ganamos títulos no podremos hablar de Generación Dorada“, dijo hace meses el capitán Philipp Lahm .
Tras el partido, Löw intentó calmar los ánimos recordando que no había motivos para dudar de esta generación ni para “ponerlo todo en duda”.